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im veterinaria
antes no se daban en una clínica”
. Asevera que no había tantos
auxiliares que ayudan en quirófano, recepcionistas, personas
que se dedican sólo a laboratorio, etcétera. Según Díaz,
“antes,
el centro de la profesión era el perro o el gato y el propietario no
importaba. Pero hay que tenerlo muy en cuenta e involucrarlo en
la consulta. Hay que explicarle todo con detalle”
, sugiere. De la
misma manera, recomienda que las clínicas cuiden su imagen.
Por otro lado, Díaz comenta que la mayor concentración de
clínicas en España estará, quizá, en Madrid. En la región, de
acuerdo con sus palabras, hay unas 1.000. A su juicio, el vete-
rinario se tiene que acostumbrar a derivar a un especialista o
centro de referencia cuando sea necesario.
“Siempre ha habido
miedo a derivar. Se tiende a derivar a alguien que está muy lejos.
Hay que pensar en lo mejor para el cliente”
, admite. Se congra-
tula que cada vez hay más hospitales de referencia y que por
eso se deriva más.
Guerra de precios
Cuando se hacían estudios con los propietarios de mascotas,
elegían a su veterinario por proximidad y por el trato. Díaz avi-
sa de que, desde hace un tiempo, ha aparecido el factor pre-
cio, por la crisis económica principalmente. En España, hay un
alto número de facultades de Veterinaria y salen de ellas unos
1.300 veterinarios nuevos cada año. Critica que
“la competen-
cia ha sido por precio”
y anima a competir en calidad.
¿Se ha caído en una guerra de precios?
“Es uno de los problemas
más importantes que ahora mismo tiene la profesión. Hace años,
los Colegios fijaban unos precios de referencia de los servicios, por
debajo de los cuales no se debería cobrar. Eso servía de referen-
cia. Pero el Tribunal de la Competencia no lo permite. Al haber
tal masificación de clínicas, en vez de competir por calidad y por
especialidad, se compite por precios. Nosotros intentamos expli-
car que hay que competir por calidad e incidimos en la necesidad
de que el propietario vea el valor de lo que se hace”
, expresa. Por
ejemplo, que sea consciente de que, cuando va a vacunar al
animal, primero se le hace un examen completo. Hay que evi-
denciar lo que se hace y cómo se hace:
“Tengo un quirófano de
esta forma, un asistente que me ayuda de tal manera, el animal
se intuba, se opera con anestesia de gases, se cuida el dolor, tengo
autoclave. Y esas cosas tienen un coste. Hay que intentar que la
gente no pregunte sólo por precio”
.
Centro de diagnóstico de
enfermedades congénitas
A principios del año 2002, a partir de distintos con-
tactos mantenidos entre representantes del Club
del Bóxer y miembros de la Junta Directiva de AM-
VAC, surgió la idea de la creación de un Centro de
Diagnóstico de Enfermedades Congénitas. Desde
AMVAC, se realiza la certificación de Displasia de
Cadera y de Codo. También la certificación de Es-
pondiloartrosis. Se realizan las lecturas para el Club
del Bóxer, Club Español de Boyeros Suizos, Club de
Terranova y para criadores de razas como labrador,
husky o doberman, entre otras. La asociación está
valorando efectuar certificaciones de displasia de
otro tipo. AMVAC recibe radiografías, que cumplen
cierta normativa para ser leídas. El servicio lo ofrece
a los veterinarios a nivel nacional, incluso se han leí-
do de Portugal. El interés para los propietarios es la
cría responsable de sus animales.
“Antes, el centro era el animal y el propieta-
rio no importaba. Hay que hacerle caso y se
tiene que involucrar”
“La guerra de precios es uno de los proble-
mas más importantes que tiene la profesión.
Hay que competir por calidad”