51 en tratar y en seguir las pautas del especialista, algo que puede cambiar el curso de la enfermedad. La neurocirujana expone que las patologías prevalentes son pocas en neurología, pero entre ellas se encuentra la epilepsia, “una de las urgencias más comunes que puede ver cualquier veterinario en su clínica”. Con bastante frecuencia también llegan a Veterios casos de enfermedades cerebrales inflamatorias, meningoencefalitis de origen desconocido, así como enfermedades espinales. Y en relación a que el animal es un miembro más de la familia, al “estar mejor cuidados, más vigilados, pues llegan a una edad avanzada y es por eso que empezamos a ver muchos más tumores cerebrales y espinales”. Son enfermedades, por lo general, parecidas a las que se dan en medicina humana: “Al final tenemos en común un sistema nervioso central y periférico, digamos que estructuralmente estamos hechos un poco de lo mismo. Nosotros somos animales, por lo que es verdad que tenemos enfermedades muy parecidas”, señala. De hecho, no solo la epilepsia, perros y gatos pueden padecer enfermedades cerebrovasculares como el ictus. Y de igual modo, “al hacerse mayores, las mascotas pueden desarrollar síntomas de demencia senil, incluso Alzheimer o Parkinson”, añade. Pero las sinergias entre la patología neurológica humana y veterinaria no acaban ahí. “Por ejemplo, en el caso de la espina bífida en las personas o algunas enfermedades inflamatorias cerebrales se utilizan perros y gatos como modelos de estudio. Como son tan similares los examinan, o por lo menos miran mucho lo que hacemos en veterinaria, y también colaboran con investigación en laboratorio para llevara a cabo un modelo de tratamiento que se pueda estipular también a las personas”. Por otro lado, Espadas considera que ha habido un cambio de mentalidad en la contratación de los seguros veterinarios. “Todavía queda mucho “AL ESTAR MEJOR CUIDADOS, MÁS VIGILADOS, LOS ANIMALES LLEGAN A UNA EDAD AVANZADA Y ES POR ESO QUE EMPEZAMOS A VER MUCHOS MÁS TUMORES CEREBRALES Y ESPINALES” por trabajar, por explorar esa opción, pero cada vez se están introduciendo en España más seguros veterinarios, lo que hace que el poder adquisitivo de las familias sea puntualmente mayor que sin él. Y eso permite, ya no solo en veterinaria, sino en cualquier disciplina, poder explorar más los tratamientos, los diagnósticos, etc., para su mascota”. No obstante, habiendo trabajado en Reino Unido, la especialista piensa que la neurología española, e incluso la veterinaria en general, va un poco a la zaga respecto a otros países. “Una de las diferencias principales es ese cambio de mentalidad. Los tutores desde hace ya bastante tiempo llevan considerando a sus animales miembros de la familia, bastantes más años que aquí”. Involucrarlos como uno más del hogar ha conllevado que “en la figura del especialista o en el avance de las técnicas de diagnóstico nos lleven unos años”. Igual que con los seguros. “En España se contratan seguros contados con la mano, y con cobertura no muy amplia. En Reino Unido prácticamente el 90 % de los pacientes que veía estaban asegurados, por lo que la familia se preocupa: lo lleva el veterinario, del veterinario va el especialista y económicamente no es un problema hacer las pruebas o tratamientos que el especialista plantea”, señala Espadas. En este sentido, al resultar más común recurrir al especialista, “hay más hospitales grandes, con más resonancias, etc.”. Además de la colaboración más estrecha entre el veterinario generalista con el especialista. “En nuestro país, a veces percibo que a algunos veterinarios les cuesta algo más derivar. No sé exactamente el motivo, pero sí que consideran remitir solo en última instancia. En Reino Unido no se complican, enseguida lo mandan al especialista y que lo valoren”. Los retos de la neurología en España En este contexto, Espadas pone sobre la mesa los dos retos importantes que, a su juicio, enfrenta la neurología española. “Creo que hay una falta de reconocimiento de los especialistas europeos como referentes en la disciplina. No se trata de hacerla exclusiva a unos pocos profesionales, pero es verdad que la neurología es una rama compleja y que se estudia con poca profundidad en la carrera y en los másteres”. Por ello, confiesa sentirse apenada de que “muchos animales con enfermedades neurológicas no tengan un diagnóstico concreto o no reciban el tratamiento más adecuado de la patología por esa falta de colaboración entre el veterinario generalista y el especialista neurólogo”. De hecho, considera que uno de los desafíos principales es la falta de diagnóstico definitivo en patologías neurológicas. “Es verdad que son enfermedades complejas y no siempre se llega él. No todas las clínicas pueden permitirse tener una resonancia. Sin embargo, el veterinario generalista tiene que detectar, o sea, hace su historia clínica, su exploración y luego derivarlo al especialista, pues nosotros trabajamos con resonancia en hospitales más grandes”. También le llama la atención que el hecho de que “la clínica pertenezca a un grupo de inversión específico no debería dificultar la relación entre el veterinario generalista y el especialista, porque eso compromete el diagnóstico y el tratamiento de cada paciente. ¿Qué culpa tiene el animal? ¿Por qué tiene que pagar? ¿Por qué se está comprometiendo el diagnóstico y tratamiento del paciente? Esos temas ni siquiera a veces se nombran”, lamenta. En palabras de Espadas, “se trata de lo mejor para el paciente. La similitud sería el médico de familia al que acudes cuando te pasa cualquier cosa, que te puede tratar en muchas maneras, pero cuando se complica un poco el tema, se deriva a un hospital en el que te ve un especialista. Pues es lo mismo. La relación debería ser igual”. En suma, su criterio es que se ha avanzado bastante en ese sentido, “pero todavía estamos un poquito en desventaja respecto a otros países europeos”.
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