IM VETERINARIA #53

30 también se enfrentan a otra serie de problemas en su profesión en comparación con sus colegas más experimentados debido, entre otros aspectos, a que pueden tener una carga adicional en su trabajo motivado por la falta de experiencia, el aislamiento profesional y social, o la baja remuneración. Una serie de problemas muy acuciantes que hace que algunos veterinarios consideren dejar la profesión en la que han invertido mucho tiempo, energía y recursos. Así, con el objetivo de hacer frente a estos riesgos en el bienestar de los recién graduados en veterinaria, la AVA ideó un Programa de Tutoría para Graduados que ofrecía apoyo durante sus años de formación en la profesión. Este programa cuenta con mentores, es decir, veterinarios experimentados, que asesoran a los graduados y les bridan apoyo en toda la etapa de su desarrollo personal, basándose en pilares tan fundamentales como apoyar al equipo veterinario para que lleve una vida satisfactoria, próspera y saludable; proporcionar formación en estrategias de bienestar y resiliencia; brindar recursos y herramientas para el autocuidado o enseñarles a lidiar con determinadas situaciones que pueden ser estresantes como, por ejemplo, la fatiga por compasión. Centros de trabajo saludables Como comentábamos a lo largo de este artículo, cuidar a los pacientes y a los clientes puede ser tremendamente satisfactorio, pero, a la vez, tiene un precio, en ocasiones demasiado elevado para estos profesionales. Sobre todo, porque a diferencia del agotamiento, que es causado por el estrés laboral diario, la fatiga por compasión es el resultado de asumir la carga emocional de la agonía de un paciente. De hecho, dentro de las profesiones de cuidados intensivos en las que la empatía, la compasión y el cuidado de los demás están en el centro de la práctica, la fatiga por compasión se reconoce como un riesgo laboral. En este sentido, un estudio realizado en Australia Meridional en 2015 reveló que las veterinarias y los veterinarios más jóvenes eran más propensos a experimentar angustia psicológica de leve a grave y casi la mitad de los participantes experimentaban niveles altos o muy altos de fatiga por compasión. A su vez, en 2014, una encuesta realizada a 11.627 veterinarios de EE. UU. reveló que el 9% tenía angustia psicológica grave, el 31% había experimentado episodios depresivos y el 17% había tenido ideas suicidas desde que salió de la facultad de veterinaria. Asimismo, un estudio alemán de 2020 reveló que el 19,2% de los veterinarios tenía ideas suicidas, en comparación con el 5,7% en la población general. A su vez, el 27,78% de los veterinarios dieron positivo en las pruebas de detección de la depresión, en comparación con el 3,99% de la población general. Un problema que no para de crecer y que resulta importante de atajar, no solo para el propio profesional veterinario que lo sufre sino, también, para las clínicas veterinarias. De hecho, las propias empresas están empezando a evaluar los beneficios, en términos de productividad, que podrían tener el hecho de contar con centros de trabajo en los que se valore el bienestar. Tanto es así, que organizaciones como AVMA y AVA han creado programas para promover centros de trabajo saludables y solidarios, como el programa “Employer of Choice”, desarrollado por AVA, que permite certificar que las prácticas cumplen con los estándares de gestión de personal, tales como estrategias efectivas de contratación, compromiso y retención. Un programa que se ha erigido como una excelente oportunidad para que las empresas que valoran dichos estándares obtengan el reconocimiento público por sus esfuerzos. O la iniciativa “Thrive”, también de AVA, para mejorar el bienestar de los miembros del equipo veterinario, que ofrece recursos y herramientas y experiencias encaminadas a mejorar el bienestar de los profesionales veterinarios. CUIDAR A PACIENTES Y CLIENTES PUEDE SER MUY SATISFACTORIO, PERO TAMBIÉN PUEDE TENER UN COSTE MUY ELEVADO PARA LOS VETERINARIOS

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