IM VETERINARIA #46

77 im veterinaria decir, la manera en la que los tutores reaccionan a las conductas de su gato y cómo interactúan con él”, apostilla. Respeto y observación La importancia de la etología en el ámbito de la veterinaria es fundamental. De ahí que la observación del animal y el estudio de su entorno físico y social permita dar explicación a determinadas conductas que pueden ser normales (no entendidas por los tutores), o patológicas, como las estereotipias y conductas compulsivas. “En el caso específico de los gatos, algunas conductas pueden resultar insoportables para los tutores. Aplicar la etología clínica garantiza la convivencia feliz y duradera con sus familias humanas y no humanas, ya que muchos gatos son abandonados o eutanasiados por problemas de comportamiento que tienen solución. Por eso es muy importante determinar cuáles son las emociones que subyacen en ese comportamiento y poder aplicar, así, las pautas específicas que solucionen el problema”, destaca Ana María Ballester. En definitiva, de lo que se trata es de dar a los tutores todas las herramientas necesarias para crear un vínculo sano con su gato. En este sentido, como explica la especialista, la etología, la ciencia que estudia el comportamiento de los animales tanto en su entorno natural como en confinamiento, consiste, por una parte, en ayudar a las personas que conviven con cualquier animal (en ese caso que nos ocupa, con un felino), a entender a su gato para prevenir la aparición de problemas en el futuro y, por otra, a solucionar esos problemas una vez que ya existen. “Explicarles cuáles son las conductas naturales que no solo deben respetar sino fomentar en su compañero felino, así como adaptar el entorno del hogar y proveer los recursos básicos que satisfagan todas las necesidades del gato. La etología también resulta fundamental para enseñar a los tutores a observar a su gato para poder detectar, de manera rápida, cualquier cambio de comportamiento que pueda indicar que algo va mal a nivel físico y/o emocional”, destaca. Así, en el caso de que observemos que nuestro animal presenta un comportamiento no habitual y la revisión veterinaria descarta la causa orgánica o, existiendo dicha causa orgánica, es necesario aplicar un tratamiento multimodal (ya sea médico o social-ambiental), Ana Mª Ballester aconseja acudir al etólogo. Si bien, para la experta, lo más aconsejable es acudir para prevenir. “En este caso, aprender lenguaje felino, consejos pre y post adopción, cuál es la mejor manera de incorporar o no un nuevo gato al grupo y cómo hacerlo bien para evitar conflictos son algunos de los supuestos en los que la persona que tenga un gato o desee tener uno tendría que acudir a una consulta de etología veterinaria”. Relación familiar Al contrario de lo que se piensa, también existe una relación de apego entre el gato y su familia humana. Si bien es cierto que los gatos, aunque son animales solitarios e independientes, se relacionan con sus humanos de igual a igual y forman parte de su grupo social. “Además, también tenemos que tener en cuenta que los tutores son los proveedores del alimento y del juego, y aprenden rápidamente quién provee cada cosa. De igual manera, para algunos felinos, uno de sus tutores puede ser un importante recurso a defender frente a otros individuos. Con ello, el apego sano se va a dar siempre y cuando las necesidades del gato estén cubiertas, -incluida la interacción social-, se respeten sus espacios y sus tiempos de descanso”, concluye. En cambio, en algunos casos, el vínculo gato-tutor no es de apego, sino de dependencia, lo cual pone en peligro el bienestar del animal. “Estos casos suelen darse cuando el tutor vuelca en el gato sus carencias emocionales, lo hace todo con el gato y llega unmomento en que el animal es incapaz de realizar determinadas conductas, como por ejemplo alimentarse, si no está el tutor presente”, advierte. Por ello, en sus consultas de etología veterinaria, Ana Mª Ballester trata de proporcionar a los tutores las herramientas necesarias para conocer el correcto manejo de los felinos. “Las herramientas principales son, sin duda, el aprendizaje y observación del gato por parte de los tutores, así como su implicación a la hora de aplicar las pautas y modificación y/o mejoras ambientales y de manejo. Y aunque los profesionales en comportamiento aconsejamos y guiamos durante el proceso, son los tutores quienes realmente hacen el trabajo. Normalmente se pueden utilizar nutracéuticos y feromonas sintéticas, si bien, en determinados casos, son necesarios los psicofármacos, desde luego siempre valorados y prescritos por los veterinarios”. Y aunque, al igual que otras disciplinas de educación animal, lo conveniente sería comenzar cuando el animal es un cachorro queremos recabar la opinión de la especialista acerca de cuándo es mejor acudir a la consulta de un etólogo. “Lo primero que hay que hacer es prevenir, de manera que la educación debe comenzar desde cachorro. Aunque las pautas de mejoras ambientales y de modificación de conducta pueden aplicarse a lo largo de la vida del gato. En mi caso, no trabajo educando a los gatos, sino que mi método consiste en enseñar a los tutores a empatizar con el gato. Les hablo de lenguaje felino para que aprendan a observar a su gato y para que puedan cambiar la forma en la que manejan las conductas que no desean”. Y continúa: “Es muy habitual escuchar ‘quiero que el gato se adapte a mí”’, cuando somos nosotros quienes debemos adaptarnos a vivir con un compañero felino”, puntualiza. Para finalizar la entrevista, abordamos las diferencias entre el comportamiento con base genética o aprendido. Sobre todo, porque ante situaciones o estímulos iguales o similares, el animal presentará el mismo comportamiento basado en la experiencia previa. “El comportamiento con base genética insta a una especie a mantener conductas concretas que definen a esa propia especie, mientras que el comportamiento aprendido o adquirido es el resultado de las interacciones que el animal tiene con su misma especie, con otras especies y con el ambiente. De hecho, los patrones de las conductas se modifican mediante el aprendizaje por imitación o las experiencias vividas, ya sean positivas o negativas. Destacar, también, que el comportamiento con base genética viene dado, es instintivo, pero el comportamiento aprendido va a depender del ambiente y las experiencias a las que el animal se enfrente desde el nacimiento y a lo largo de su vida”, concluye.

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