IM VETERINARIA #38

39 im veterinaria Viajamos hasta Lalín, municipio pontevedrés de apenas 20.000 habitantes, para conocer a Ana Isabel Rodríguez, propietaria de Animalia Deza. “Cuando comencé en 2013, estaba acompañada únicamente de una trabajadora, ahora somos un equipo de profesionales integrado por tres veterinarias, una auxiliar de clínica, una auxiliar de limpieza y la colaboración de varios profesionales externos que prestan sus servicios en nuestro centro de forma parcial”. Como responsable de un centro veterinario es necesario disponer de formación y experiencia en todos los servicios que se prestan, “sin embargo, el campo donde más me he desarrollado ha sido el de la medicina interna veterinaria”. Los avances más relevantes en esta área tienen que ver con los medios diagnósticos. “No solo nos permiten acceder a información completa y detallada sobre nuestros pacientes, sino que amplían enormemente nuestro ámbito de conocimiento”. Ana Isabel Rodríguez es el mejor ejemplo de una empresaria entregada a su vocación. “Mi mayor aportación al sector veterinario es mi propia especialidad a la que dedico mucho cariño, esfuerzo y una parte muy importante de mi vida profesional y personal”, nos explica ilusionada, y añade: “Cada caso que entra en nuestro centro veterinario es un reto ilusionante para nosotros”. ¿Es el cliente actual más informado y, por tanto, más volátil? “Todo lo contrario. Lo importante es que tú le ofrezcas toda la información de forma transparente y profesional abriendo las puertas a consultar a otros colegas con mayor experiencia y formación. La confianza y la profesionalidad son esenciales”. Hay que añadir también la coyuntura de lo rural en el entorno de trabajo, especialmente durante la pandemia. “Creo que el hecho de estar en un pueblome ha permitido desarrollar mi labor de forma más cómoda y con menor ansiedad que otros compañeros que estaban ubicados en grandes ciudades o núcleos urbanos, puesto que la sensación de inseguridad siempre es mayor”. Cercanía y apoyo que también se percibe en los propios clientes. “Me he sentido muy respaldada por los propietarios, aunque no creo que nuestro trabajo haya sido socialmente reconocido”, nos confiesa Ana Isabel Rodríguez, y continúa: “Si bien considero que tampoco se ha valorado el de otros muchos sectores que al igual que nosotros han estado al pie del cañón”. El colectivo veterinario ha demostrado estar a la altura, tanto por su propio trabajo como por sus colaboraciones diarias. “En los peores momentos de la pandemia, muchos centros veterinarios pusimos nuestro equipo médico a disposición de los servicios sanitarios e hicimos donaciones de equipos y prendas de protección personal a colectivos y centros de mayor riesgo, como los centros de la tercera edad”. A pesar de ello, no se ha sabido aprovechar el potencial estos profesionales preparados y expertos epidemiólogos. “Nuestros conocimientos y capacidades hubieran podido ser de gran ayuda en muchos momentos”. Una de las prioridades básicas para el sector es la concienciación de los propietarios, “puesto que eso es el motor de los avances en la medicina veterinaria y del reconocimiento de la profesión”. También mayor inversión en educación básica, “ya que es la base de la sociedad y lo que realmente puede introducir cambios duraderos a medio y largo plazo”. Entre las carencias más latentes está la formación en gestión. “El futuro de la clínica veterinaria será cada vez más similar al de lamedicina humana en el que el sector se dividirá entre los veterinarios generalistas o de cabecera y los veterinarios especialistas, ubicados o no en grandes hospitales veterinarios”. Ana Isabel Rodríguez (Animalia Deza, Pontevedra) “La confianza y la profesionalidad son esenciales”

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