Terapias caninas para estimular a las personas con diversidad funcional

13/11/2015

Sonrisas. Entusiastas aplausos. Gritos de alegría. Incluso algún intento de dar botes desde la silla de ruedas. Son las reacciones de las personas de la residencia Carmen Picón de Alzira al empezar la terapia canina de todos los miércoles. Trasto, Cora, Cleo y Bicho se presentan puntuales y dispuestos, una ...

Sonrisas. Entusiastas aplausos. Gritos de alegría. Incluso algún intento de dar botes desde la silla de ruedas. Son las reacciones de las personas de la residencia Carmen Picón de Alzira al empezar la terapia canina de todos los miércoles. Trasto, Cora, Cleo y Bicho se presentan puntuales y dispuestos, una vez a la semana, a crear un entorno repleto de estímulos que permite reforzar las habilidades comunicativas, afectivas y motrices de las personas con diversidad funcional.  

Desde hace cinco años, los voluntarios de la ONG Intervención Ayuda y Emergencias (IAE) realizan actividades y juegos con los animales, que están entrenados en la obediencia positiva, y un grupo de entre 10 y 15 usuarios de este centro del Instituto Valenciano de Acción Social (IVAS). "El contacto con los perros les aporta un incentivo diferente del trato cotidiano con los humanos", cuenta Elia Martínez, miembro del IAE.  

Los voluntarios le colocan a Trasto sobre sus rodillas y Eduardo empieza a peinarlo. "Haz una cresta", le aconseja alguien y este empieza a estirar el pelo hacia arriba con mucha delicadeza. El perro goza de momento y cierra los ojos. Eduardo tiene unos niveles de comunicación muy bajos, casi nunca interactúa con los compañeros y solo a veces emite algún sonido. "Cuando llegan los perros le cambia la cara", explica el director y psicólogo del centro, Paco Hernández, al frente del puesto desde su abertura en 1989. Como Eduardo, con este tratamiento muchos usuarios establecen relaciones afectivas y sociales a través del lenguaje no verbal.  

"De todas las terapias que realizamos en el centro esta es una de las que más llama la atención porque proporciona beneficios que al ser humano se le escapan. Durante 45 minutos los perros se convierten en su apoyo emocional, relacional, comunicativo... Y eso nos da recursos y material para trabajar el resto de la semana", puntualiza Hernández.

Las personas con diversidad funcional que participan en terapias caninas como esta reciben también la estima incondicional del animal, que los acepta más allá de cualquier prejuicio y prevención impuestas por la sociedad. En muchos casos se fomenta la autoestima de los pacientes, se palía su soledad y los ayuda a valorarse. Es por ello que los animales que intervienen en actividades terapéuticas tienen que reunir ciertas características como ser sociables, ágiles, inteligentes y muy afectuosos y obedecer tanto al cuidador como a los pacientes. También es recomendable que tengan una tamaño medio pensando en las personas que están en cama o en silla de ruedas. Estos requisitos caninos propician situaciones divertidas como que Bicho ponga una pata encima de una de las personas invidentes y que esta, al abrazarlo certifique que los perros siempre están "calentets i suavets".  

"Reír tiene un valor terapéutico muy importante", afirma el director general de Diversidad Funcional de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, Antonio Raya. Asimismo explica que desde su departamento están por potenciar este tipo de actividades que a partir de estímulos auditivos, visuales y táctiles favorecen el intercambio afectivo y establecen lazos entre animales y personas.

El vínculo sentimental con el animal es muy importante, especialmente para las personas que se encuentran en situación de orfandad absoluta. Es por ello que a muchos usuarios del centro se les ha tenido que educar en el afecto a los perros para conseguir una conducta natural de acercamiento a los animales, donde el rechazo, la desconfianza o la miedo se arrincone para dejar paso a la alegría y la emoción. 

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