Se describe como un buen médico veterinario, no un especialista. Desde que llegara en 1998 a España, Renato Asprella tenía muy clara cuál era su profesión: "Me considero un médico clínico generalista, no un especialista".

Y es que este experimentado veterinario, formado dentro de la Cátedra de Técnica Quirúrgica y Anatomía Topográfica en la Universidad Nacional de Rosario en Argentina, prioriza la capacitación del profesional frente a la tecnología. "No es una profesión que en Extremadura se pueda amortizar. Deberíamos ser más médicos y menos artefactistas. No vendo collares antiparasitarios, vendo conocimiento. Somos médicos, no somos empresarios".

Se puede decir más alto, pero no más claro. Él se dedica a la cirugía de pequeños animales, a la clínica médica en la Clínica Veterinaria San Martín. "Cuando vine a España mi mujer hacía endoscopia en la Facultad de Cáceres, entonces yo empecé también a hacer endoscopia", añade, y continúa: "En esa época era una cosa muy prematura, no había formación de endoscopistas".

Y es que la especialización es relativamente reciente. Allá por los años 90 y principios de los 2000, ésta se realizaba en función de las necesidades del cliente. "Se trataba de una formación ad hoc, sólo para lo que se exigía. Nosotros tuvimos un gastroscopio, contábamos con un equipo de otorrino, una broncoscopia y un equipo de laparoscopia humana en 2002, entre otras cosas, lo que suponía una auténtica revolución", asegura Renato.

No había especialidades. "Se hizo mucha formación en cirugía de superficie ocular, adquirimos un microscopio quirúrgico, etc." En la clínica de Renato Asprella querían estar preparados y, sobre todo, querían resolver los problemas de sus pacientes. Por tanto, su formación iba en función de la demanda, ni más ni menos. "Nos enfocamos no a la especialidad, porque no había, sino a expansiones de capacitación: traumatología, cardiología, oftalmología,nefrología, oncología, etc."

Ciertamente la veterinaria ha cambiado mucho, la irrupción de nuevos dispositivos, las novedades científicas, nuevos descubrimientos han impulsado el avance de la profesión. "En Extremadura ha sucedido una cosa muy curiosa: en 1998 los veterinarios del trabajo rural no tenían formación de pequeños animales, asistían a ganaderos, sólo vacunaban a los perros. Veíamos diagnósticos de leishmania, teníamos muchas más patologías primarias, sin embargo, hoy recibimos complicaciones derivadas de esos entes primarios".

Quiere decir que los veterinarios rurales "se han puesto finos" en patologías comunes. "Ese paciente ya no lo remiten, lo mandan sólo si hay un grado de complicación. Por ejemplo, yo hace mucho tiempo que no veo enfermedades infecciosas, y eso es buena señal porque se ha invertido en la medicina preventiva, en la inmunización y en la capacitación de los veterinarios de acción rural".

Se calcula que hay 250.000 canes en Extremadura, esto es, la mayor parte en entornos rurales, por lo que el medio rural es decisivo. "La atención al cliente se ha vuelto algo primordial, pero seguimos distrayendo lo esencial: un veterinario no es un psicólogo ni es un especialista en RRPP, es una persona que tiene que ejercer la medicina, ser un buen clínico que sepa derivar", afirma tajante Renato Asprella, y concluye: "No podemos estar hablando de especialistas cuando la pendiente de la curva de formación es muy baja. Estamos subestimando el concepto especialización que requiere de formación teórica, casuística y experiencia".