43 Desde que tiene uso de razón, Alicia Hernández quiso ser veterinaria. Hoy es la propietaria de la Clínica Veterinaria Quercus, situada en Villares de la Reina, en la provincia de Salamanca. “Se trata de una clínica pequeñita, con solo dos veterinarios y un auxiliar, en la que el trato es individualizado y personal, con una dedicación total a nuestros pacientes”. El servicio que ofrecen es integral. “Somos veterinarios generalistas en constante formación; llevamos a cabo una atención primaria, una labor en medicina preventiva fundamental, realizamos cirugía general, analíticas y diagnóstico por imagen”. Con frecuencia colaboran con compañeros en otras áreas como oncología, traumatología o cirugía mínimamente invasiva. “Siempre intentamos ofrecer el mejor consejo a nuestros pacientes y todas las posibilidades diagnósticas y terapéuticas.” Pese a esa entrega, la profesión no está exenta de dificultades. El burnout afecta a casi el 90 % de los profesionales veterinarios en España, y Alicia Hernández lo conoce bien. “Esto se debe a la carga de trabajo, la responsabilidad emocional, la presión económica, la toma de decisiones complejas y constantes, la falta de personal y recursos, la escasez de reconocimiento, las agresiones físicas y/o verbales, la carga burocrática, la conciliación familiar, entre otros”, enumera, y añade: “Todo esto nos afecta directamente a la salud mental y física, nos dificulta trabajar en condiciones óptimas, nos conduce en muchos casos a tener problemas de ansiedad y depresión, y en demasiadas ocasiones a tirar la toalla y cambiar de profesión”. Medidas como PRESVET, alejadas de la realidad del ejercicio clínico, agravan esta situación. “Este Real Decreto es demoledor porque acaba con nuestras esperanzas de ser considerados profesionales de la salud,” lamenta Alicia Hernández. “Ahora solo podemos leer y copiar prospectos más o menos obsoletos en nuestras recetas, y trabajar con miedo constante a unas sanciones verdaderamente desproporcionadas”. Cierto es que PRESVET implica una burocracia excesiva, pero para Alicia Hernández va más allá: “Representa una limitación seria en nuestra capacidad para tratar las enfermedades de los animales”. Además, añade, “nos enfrenta a nuestros propios clientes al aumentar los costes en pruebas que justifiquen nuestras prescripciones, ya que nuestros conocimientos y experiencia han dejado de tener valor científico”. Las consecuencias negativas de esta normativa no se han hecho esperar. “Actualmente no podemos tratar las enfermedades con los medicamentos más adecuados, lo que genera a su vez costes adicionales con medicamentos que sabemos que no van a funcionar -sobre todo los antibióticos- y esperas innecesarias”. Alicia Hernández (C.V. Quercus, Salamanca) “CON EL REAL DECRETO SOLO PODEMOS COPIAR PROSPECTOS OBSOLETOS EN NUESTRAS RECETAS, Y TRABAJAR CON MIEDO A UNAS SANCIONES DESPROPORCIONADAS”
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