IM VETERINARIA #63

67 El vínculo con un perro no es una moda ni una técnica alternativa, sino que es una vía real de transformación emocional y personal. De tal manera que las terapias con animales no son solo “bonitas” o “emocionantes”: son totalmente necesarias. “Vivimos en una sociedad profundamente desconectada, con cifras alarmantes de ansiedad, depresión, aislamiento y deshumanización. Los perros, cuando están equilibrados y son respetados como individuos, son capaces de generar algo que pocas herramientas terapéuticas consiguen: un contacto auténtico, sin juicio y sin condiciones”, comenta Isabel Jiménez, fundadora y directora de La Manada de Iris. Etóloga canina, educadora, coach y especialista en terapias asistidas con perros de apoyo emocional, Isabel Jiménez eligió este camino por propia convicción y por propia experiencia personal, tras atravesar un momento complicado. “Las terapias con animales son profundamente efectivas, tienen un impacto silencioso pero brutal, por lo que no es una decisión estética o emocional. Es una decisión profesional basada en resultados reales. Hay personas que no se abren con nadie y lo hacen con un perro; jóvenes que no toleran la autoridad y escuchan a un perro; mayores que ya no encuentran sentido a su vida y recuperan la sonrisa al acariciar a un animal que no les exige nada”, destaca. Por eso, tras colaborar con diferentes centros, educadores y residencias, y profundizar en áreas como etología, modificación de conducta, educación y adiestramiento, enfocándose, sobre todo, en el manejo de grupos y el comportamiento social del perro, la especialista en terapias asistidas con perros de apoyo emocional decidió poner en marcha La Manada de Iris, un centro canino especializado en educación y el bienestar emocional de perros y humanos. “También es un espacio de formación para personas que desean entender el lenguaje canino desde una mirada respetuosa y científica. Nos dedicamos a crear experiencias transformadoras tanto para los perros como para sus tutores, donde la convivencia, el respeto y el vínculo auténtico son la base de todo el trabajo. Somos mucho más que un centro canino o de adiestramiento: somos una manada que acompaña”. Porque, tal y como señala a lo largo de la entrevista, los perros no están en el mundo para llenar los vacíos de los humanos, sino para acompañarnos como lo que son: animales nobles, sociales, con unas necesidades claras, como son la seguridad, ejercicio, alimento, cobijo y afecto. “Y nuestra responsabilidad es conocerlas y cubrirlas”. De hecho, considera que nos estamos enfrentando a una epidemia silenciosa: la humanización del perro. “Tratar a los perros como bebés o extensiones emocionales no solo los anula como especie, sino que los desequilibra, los frustra y los enferma. Quien le pone zapatos o lo sube al bolso, lo está aislando del contacto social y lo priva de su libertad. Hacer eso no significa amar más a tu perro, significa que lo estás entendiendo menos”. De ahí la necesidad de dejar que los perros sean perros. “Esa es su mayor virtud, su mayor verdad, y lo que más necesita hoy el mundo: seres libres, coherentes, directos y sin filtros”. Equilibrio emocional La Manada de Iris es un enclave natural donde los perros conviven en libertad y, para lograrlo, se ha diseñado un entorno físico y emocional donde se respetan las dinámicas sociales caninas. En este sentido, dichos espacios están pensados para que los perros puedan moverse, explorar y relacionarse sin tensión, bajo una supervisión experta. “Trabajamos con grupos estables, seleccionados cuidadosamente, y las rutinas se adaptan a las necesidades reales de cada individuo”, confirma Isabel Jiménez. Un entorno en el que confluyen el conocimiento, la experiencia y el vínculo con los perros desde una visión holística, científica y basada en el respeto por las especies. “Los perros necesitan ser perros, necesitan respeto por su naturaleza, estruc- “DETRÁS DEL 90 % DE LOS CONFLICTOS DE CONDUCTA HAY UN MISMO PATRÓN: UN HUMANO PROYECTANDO SUS CARENCIAS EN UN ANIMAL QUE SOLO QUIERE SER PERRO” tura, compañía canina, olfato, barro, reglas claras y vínculos reales. Necesitan explorar, equivocarse, marcar límites y encontrar su lugar en la manada”. Con este cóctel de conceptos bien mezclados, La Manada de Iris ofrece a los perros libertad, respeto a su naturaleza y la posibilidad de ser ellos mismos en un entorno que favorece el equilibrio emocional, mientras que a sus tutores les ofrece acompañamiento, formación y comprensión. Porque su lema les define: “Formamos humanos, guiamos perros”. Junto a todo este espacio de convivencia, naturaleza y libertad, se ofrecen otra serie de servicios entre los que destacan desde terapias de refuerzo de vínculo hasta programas educativos y actividades de socialización, para lo cual cuentan con un pequeño grupo de perros, seleccionados por su equilibrio, su capacidad de acompañar y su disposición natural al vínculo. Y aunque, como señala Isabel Jiménez, “todo depende del caso concreto”, no es una cuestión de raza sino de individuo. “La clave está en conocer al perro como sujeto, de tal manera que unos perros son más adecuados para relacionarse con personas, y otros individuos lo son con otros perros”. Así, sus programas de socialización permiten que los perros aprendan a relacionarse de manera saludable, sin presiones ni entornos agresivos. A su vez, las terapias de refuerzo de vínculo están orientadas a aquellos tutores que necesitan fortalecer o reconstruir la conexión con su perro. Por último, los programas educativos integran conocimientos de etología y manejo adaptados a cada caso, ya que cada individuo es único y, como tal, merece ser respetado y comprendido. “Lo primordial es respetar a la especie y educar al humano para que no se convierta en el problema. Detrás del 90 % de los conflictos de conducta hay un mismo patrón: un humano proyectando sus carencias en un animal que solo quiere ser perro”, matiza la etóloga.

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