IM VETERINARIA #36

74 im veterinaria damente y prevenir la aparición de problemas, entre ellos, una mudanza, obras en casa, llegada de nuevos miembros a la familia (tanto humanos como caninos o felinos), etc. También habría que tener en cuenta aspectos como la aparición de conductas pro- blemáticas por parte de nuestro gato, ya sea agresividad, voca- lizaciones excesivas, eliminación inadecuada (encontrarnos con que nuestro gato orina y/o defeca fuera de la bandeja), o bien la desaparición de ciertas conductas. “Por ejemplo, ha dejado de es- tar activo y se pasa el día escondido”. A cualquier edad Al igual que ocurre con otras disciplinas relacionadas con la educación animal, lo conveniente (e ideal) sería comenzar cuando el animal es un cachorro, si bien la veterinaria co- fundadora de Pet & Vet Veterinarios en positivo apunta que “la etología puede aplicarse a cualquier edad. De hecho, en las distintas etapas de la vida se producen cambios comportamen- tales que hay que conocer y tener en cuenta. Sobre todo, porque la conducta de un cachorro no es la misma que la de un animal adulto o que uno geriátrico”. Y aunque los dueños de la mascota pueden tener dudas sobre cómo educar adecuadamente a un cachorro, es decir, qué hacer para que socialice, cómo enseñar- le a no utilizar el mobiliario como mordedor o a no orinarse en casa, pueden surgir problemas de conducta en el animal adulto por diversas circunstancias, así como el conocido como “síndro- me de distinción cognitiva” en animales geriátricos . Por lo que, en cualquier etapa de la vida de un animal, podremos necesitar intervención etológica. Si bien es cierto que, para prevenir la aparición de ciertos problemas de conducta o de conduc- tas no deseadas, “lo ideal es comenzar por la base, cuando el animal es todavía un cachorro, ya que una buena educa- ción es la clave” , porque como nos indica Portals, existen muchos estudios que demuestran que la futura conducta del cachorro está también influenciada por circunstancias previas a su nacimiento. Por ejemplo, los problemas de mie- dos, que tiene una heredabilidad bastante alta; si la madre sufre estrés dante la gestación, algo que también influirá de manera negativa en la conducta del cachorro; las primeras semanas de vida tras el nacimiento; así como todo lo que ocurre antes de la adopción, aspectos todos ellos que pue- den marcar el comportamiento del animal. Teniendo en cuenta todos esos aspectos y detalles antes co- mentados, preguntamos a Sandra Portals cuando aconseja- ría ella acudir a un etólogo. La especialista nos enumera al- gunos casos. “Antes de adoptar un perro o un gato, ya que nos servirá para aprender a ser consciente de sus necesidades, lo que realmente supone convivir con ellos y asegurarnos de que vamos a poder cubrir sus necesidades. Además de plantear- nos, por ejemplo, cuál es la mejor opción en función de nuestro estilo de vida”. O bien si ya hemos adoptado una mascota, “para conocer cuáles son sus necesidades comportamentales, de tal manera que podamos garantizar una convivencia feliz, prevenir los posibles problemas que puedan surgir, así como saber reconocer a tiempo cualquier signo de alarma” . Otro momento para acudir a los consejos de un/a especialista en la materia sería cuando el perro o el gato presenta conduc- tas que puedan suponer un problema para la convivencia diaria o bien la familia observa cambios de conducta o apa- rición de conductas que les llame la atención. Cabe tener en cuenta que la etología también estudia si un comportamiento animal tiene bases genéticas o, por el con- trario, es aprendido. En este sentido, Sandra Portals afirma que existen ciertas conductas que forman parte del etogra- ma normal de una especie. “Digamos que le viene marcado en los genes, por lo que no hace falta que alguien le haya enseñado a hacerlo. Por ejemplo, la conducta de eliminación de los gatos. De repente un día van al arenero, escarban, hacen pis y tapan todo. O la conducta de marcaje con uñas (una necesidad funda- mental). Nadie le enseña al gato a marcar, él solo se gestiona”, concluye. Por lo que respecta a los perros, debido a la selec- ción de razas caninas que los humanos han ido haciendo a lo largo de los años, es posible observar, por ejemplo, cómo la genética marca conductas de pastoreo en perros de la raza border collie, sin que nadie le haya enseña- do a ese perro a hacerlo. Entonces, ¿existen muchas diferencias entre un comportamiento con base ge- nética y un aprendido?. “Como hemos comentado anteriormente, el miedo tiene una heredabilidad muy alta de modo que podemos ver animales que mani- fiestan conductas de miedo a diversos estímulos sin, por ejemplo, haber tenido una mala experiencia aso- ciada a los mismos. Por su parte, los comportamien- tos aprendidos no son heredados. Se adquieren a lo largo de la vida y son el resultado de un conjunto de factores ambientales y de experiencias adquiridas”, apunta. En este caso, esos comportamientos en nuestras mascotas pueden ser el resultado de algo que le enseñemos nosotros, algo que haya apren- dido por observación, etc. “Por ejemplo, demandar atención ladrando o maullando, si se refuerza, puede ser un comportamiento aprendido muy molesto”. DE IZQ. A DCHA.: SANDRA, ERIKA Y LAURA

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