Una investigación española estudia los efectos secundarios que puede provocar el propofol, como fármaco anestésico en perros, para facilitar su reconocimiento, su diferenciación con otras patologías y recopilar los diferentes tratamientos descritos hasta el momento. En el artículo "Movimientos excitatorios tras el uso de propofol: una complicación a recordar", publicado por la revista de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en pequeños Animales (AVEPA) y realizado por M. Cabaleiro-Figueroa, A. Meneses-García, T. Mangas-Ballester, C. Lorente, J. Viscasillas-Monteagudo, de AniCura Valencia Sur Hospital Veterinario, se señala que comprender estos efectos es esencial para mejorar la seguridad y resolver posibles complicaciones.

El propofol es un hipnótico no barbitúrico muy empleado como anestésico por su rápido inicio de acción, rápida recuperación del paciente y mínima acumulación. No produce antinocicepción ni hiperalgesia, por lo que los animales sometidos a procedimientos dolorosos deben recibir analgésicos apropiados como parte del plan anestésico.

Pero durante su uso es conveniente tener en cuentas las complicaciones que puede tener. Los autores hacen una exhaustiva revisión bibliográfica. A nivel cardiovascular, se puede observar una depresión dosis-dependiente, produciendo vasodilatación y un potencial efecto inotrópico negativo. En el aparato respiratorio una depresión respiratoria o incluso apnea puede desencadenar hipoventilación, hipoxemia, y broncodilatación. Además, puede presentar orina de color verde/amarillo brillante debido a la excreción de quinoles. En lo que se centra el artículo es que se puede desarrollar rigidez muscular o espasmos tónico/ clónicos, especialmente en extremidades anteriores, cabeza y músculos de cuello en inducción y/o recuperación.

Estas reacciones neurológicas excitatorias suelen presentarse después de la administración de propofol, durante la inducción y recuperación, y rara vez ocurren durante el mantenimiento de la anestesia, por lo que se apunta que los fenómenos similares a las convulsiones son más probables cuando los niveles de propofol en el cerebro cambian rápidamente.

Diferenciar los trastornos

Es importante diferenciar los trastornos musculares existentes, pues de ello dependerá el tratamiento. Para diferenciar los trastornos del movimiento, como la distonía de la actividad convulsiva, se requieren modalidades de diagnóstico avanzadas, como un electroencefalograma (EEG) y biopsias, que pueden utilizarse para diagnosticar trastornos musculares específicos.

El estudio presenta una tabla con los signos clínicos asociados a la administración del propofol, incidencia, tratamiento y respuesta al mismo, si bien se señala que los signos son muy variables, ya que estos pueden ir desde una simple mioclonía hasta los compatibles con episodios epilépticos. Así, se distingue entre contracciones musculares, opistótonos, hiperextensión de las extremidades o jadeo con actividad asociada del músculo braquiocefálico; tics, temblores, rigidez muscular y movimientos natatorios de las extremidades anteriores, rigidez del cuello, jadeo, nistagmo y retracción de la lengua; mioclonías, movimientos natatorios de las extremidades anteriores y reacción epileptiforme; fenómeno epileptiforme persistente; y contracciones musculares en las extremidades. Estos pueden variar en frecuencia, intensidad y presentación.

Los autores concluyen que "los movimientos espontáneos producidos por la utilización de propofol todavía presentan cuatro grandes interrogantes: la incidencia real de esta complicación a causa de la variabilidad en los diferentes estudios, la falta de uniformidad en las definiciones y terminologías utilizadas por diferentes autores, la falta de una explicación clara sobre el mecanismo que produce esta complicación y la elección del tratamiento óptimo a administrar, debido a los diferentes tratamientos descritos".