Artrosis: una enfermedad con alto impacto en la calidad de vida

Con una elevada incidencia en la población canina, la artrosis es una enfermedad incapacitante, no curable y progresiva que, en un primer momento, afecta a las articulaciones, para, luego, afectar a la salud general de todo el animal.

06/05/2021

La artrosis (osteoartritis, OA) es la forma más habitual de artritis en perros. Según el American College of Veterinary Surgeons (ACVS) afecta aproximadamente a la cuarta parte de la población canina. Se trata de una enfermedad articular crónica caracterizada por la pérdida de cartílago articular, el engrosamiento de la cápsula ...

La artrosis (osteoartritis, OA) es la forma más habitual de artritis en perros. Según el American College of Veterinary Surgeons (ACVS) afecta aproximadamente a la cuarta parte de la población canina. Se trata de una enfermedad articular crónica caracterizada por la pérdida de cartílago articular, el engrosamiento de la cápsula articular y la formación de hueso nuevo alrededor de la articulación (osteofitosis) que, en última instancia, provocan dolor y disfunción de la extremidad.

La mayoría de artrosis en perros se produce con carácter secundario a una enfermedad ortopédica del desarrollo, como una enfermedad del ligamento cruzado anterior, displasia de cadera, displasia de hombro, osteocondritis disecante (OCD) o dislocación rotuliana (rótula). Asimismo, en un subconjunto pequeño de perros, la artrosis se produce sin causas primarias evidentes y puede estar relacionada con la genética y la edad. Otros factores que contribuyen a la artrosis incluyen el peso corporal, la obesidad, el sexo, el ejercicio y la dieta.

En el caso de los felinos, las articulaciones que suelen estar afectadas con mayor frecuencia son la cadera, la rótula (rodilla), el tarso (tobillo) y el codo. Clínicamente, afecta más a los gatos mayores, en los que la artrosis habitualmente tiene carácter secundario a alguna otra anomalía (displasia de cadera, displasia de codo, enfermedad del ligamento cruzado anterior. En los gatos suele ser una enfermedad poco diagnosticada, aunque con los años se está produciendo una mayor concienciación sobre la enfermedad, lo que supone que más felinos reciban tratamiento para esta enfermedad.

En los perros, los signos de artrosis pueden no ser muy específicos, aunque destacan el dolor en la manipulación, provocando cambios de comportamiento como agresividad o molestias; y el deterioro de la actividad, es decir, reticencia por parte del perro a hacer ejercicios, disminución de la actividad general, rigidez, cojera, incapacidad de saltar o cambios en la marcha. En el caso de los felinos, los signos clínicos suelen ser menos claros que en los perros, aunque también puede observarse cojera o cambios en la manera de caminar, y también cambios en el nivel de la actividad del gato.

Diagnóstico

La artrosis se diagnostica a través de una combinación de examen físico, estudio de los antecedentes y a través de la obtención de imágenes

En el caso del examen físico, permite una primera orientación sobre la articulación o articulaciones afectadas. Para ello, el veterinario palpa las extremidades y articulaciones del animal y evalúa la respuesta al dolor, el engrosamiento de la cápsula articular, la acumulación de líquido articular (efusión) o, algunas veces, osteofitos y atrofia muscular (pérdida).

La radiografía suele ser el método de diagnóstico por imagen más usado, aunque, tal y como indican desde el ACVS, tiene un uso limitado: "Solo proporciona información sobre los cambios de la estructura ósea (osteofitosis) y solo muestran cambios limitados en los tejidos blandos; por ello, deben combinarse con los resultados del examen físico". También se pueden usar otras herramientas de diagnóstico como la resonancia magnética, que puede proporcionar información sobre las estructuras de tejidos blandos (ligamentos, meniscos), y la tomografía computarizada (TC) que resulta útil para evaluar los cambios de la estructura ósea en las articulaciones con una anatomía más compleja, como codos, carpos (muñecas) o tarsos (tobillos).

En los gatos, a causa de su rechazo a ser manipulados y sujeta[1]dos, es más difícil el diagnostico. Por eso, también se usan diversas pruebas de desempeño para poder evaluar su movilidad. En el ACVS indican que los cambios radiográficos de la artrosis se aprecian en hasta un 90% de los gatos, mientras que se calcula que solo un 50% de estos presentan signos clínicos de afectación debido al dolor articular.

Tratamiento

La osteoartritis es una enfermedad incapacitante, no curable y progresiva que, en un primer momento, afecta a las articulaciones, para luego, afectar a la salud general de todo el animal. Por ello, el tratamiento de la osteoartritis debe ser multimodal con la finalidad de frenar la progresión, controlar la inflamación y aliviar el dolor. Así, los tratamientos pueden ser conservadores, quirúrgicos o una combinación de ellos.

Como en los humanos, el control del peso es clave para el tratamiento de la artrosis. La grasa produce mediadores inflamatorios que perpetúan el proceso de inflamación y el aumento del peso corporal somete a un esfuerzo adicional a las articulaciones, provocando cambios pronunciados relacionados con la artrosis y puede, en última instancia, resultar dolorosa y con una movilidad limitada.

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