La AECC y La Fe trabajarán para la señalización del cáncer de próstata mediante el olfato canino

Con esta investigación se busca desarrollar un método diagnóstico para la detección del cáncer de próstata más específico y menos invasivo que los que existen en la actualidad.

21/04/2016

El Instituto de Investigación Sanitaria La Fe y la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) han firmado un convenio de colaboración para la puesta en marcha del proyecto “Señalización mediante el olfato de perros de muestras urinarias de pacientes con cáncer de próstata y su análisis metabolómico mediante resonancia magnética ...

El Instituto de Investigación Sanitaria La Fe y la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) han firmado un convenio de colaboración para la puesta en marcha del proyecto “Señalización mediante el olfato de perros de muestras urinarias de pacientes con cáncer de próstata y su análisis metabolómico mediante resonancia magnética nuclear”. Con esta investigación se busca desarrollar un método diagnóstico para la detección del cáncer de próstata más específico y menos invasivo que los que existen en la actualidad.

El proyecto, de dos años de duración, está desarrollado por el Dr. Ruiz Cerdá, Investigador Principal de la Unidad Mixta de Investigación en Nanomedicina y Sensores del IIS La Fe, y facultativo del Servicio de Urología del Hospital Universitari i Politècnic La Fe, y ha sido seleccionado dentro de la convocatoria de Proyectos Singulares 2015 de la Fundación de la AECC.

El grupo del Dr. Ruiz Cerdá trabaja en la investigación de biomarcadores tumorales tanto del cáncer de próstata como del cáncer de vejiga. Además, el proyecto se realizará en colaboración con la Asociación de Cáncer en Personas y Detección Olfativa Canina (CDOC), el Dr. Guillermo Quintás de la Unidad Analítica del IIS La Fe y la Dra. Ana Costero del grupo de investigación IDM de la Universitat de València. En este estudio colaboran la investigadora pre-doctoral Alba Loras y la post-doctoral Natividad Sebastià.

La singularidad del proyecto estriba en el uso combinado de la extraordinaria capacidad olfativa de los perros junto a técnicas analíticas muy avanzadas basadas en plataformas tecnológicas de última generación. La idea es que el epitelio olfativo canino sirva como herramienta de investigación. De esta forma, los perros se convierten en verdaderos “investigadores”.

Los perros han desarrollado un sistema olfativo muy sensible y eficiente debido a la selección natural experimentada durante su evolución a lo largo de 15.000 años. Su increíble capacidad para detectar moléculas odorantes está apoyada por factores anatómicos únicos. El cerebro del perro está dominado por la corteza olfativa, de tal forma que el bulbo olfatorio, responsable de la transmisión de la información del olfato de la nariz al cerebro, es cuarenta veces mayor en los perros que en los humanos.

La extensión del epitelio olfativo que recubre la cavidad nasal es enorme, de hecho puede alcanzar una superficie de 170 cm2 mientras que en los humanos tan solo de 10 cm2. Además, este epitelio olfativo se renueva cada mes. También, es un factor determinante el número de receptores olfativos de la mucosa nasal. Mientras que los humanos poseen unos 5 millones de receptores, el perro puede llegar a tener unos 200 millones, y algunas razas como la Bloohound llegan incluso a los 300 millones.

Pero el poder del olfato canino no reside únicamente en la incalculable concentración de células sensoriales, sino en la forma que ejercen su función, la cual se encuentra determinada genéticamente. Recientemente, se ha demostrado que el amplio repertorio olfativo canino se debe, en gran parte, a una alta variabilidad genética. De tal forma que, la identificación y reconocimiento de sustancias odorantes se lleva a cabo simultáneamente por hasta veinte receptores diferentes. Esta hecho confiere a los perros una sensibilidad extraordinaria para, no solo detectar sustancias a concentraciones mínimas en el rango de partes por trillón, sino también para discernir entre infinidad de olores. Se estima que su capacidad olfativa es un millón de veces superior a la humana.

La utilización de perros para la detección de explosivos, estupefacientes o pérdidas de gas son ejemplos de cómo el olfato canino es una potente herramienta de ayuda para el hombre. Por el contrario, los más modernos y sensibles aparatos de detección de sustancias odorosas no han podido todavía superar la capacidad olfativa del perro.

La idea de que los perros pueden ayudar en la detección del cáncer se remonta a 1989, cuando un perro detectó un caso de melanoma maligno olisqueando la pierna de su amo. Desde entonces, diversos estudios han descrito como perros entrenados apropiadamente logran señalizar con elevada fiabilidad a los pacientes portadores de cánceres como el de pulmón, vejiga, ovario, mama y próstata olfateando su cuerpo, orina, sudor, respiración e incluso su sangre.

Nuestros Podcasts