Muchos propietarios acuden a las clínicas veterinarias porque su perro o gato tiene problemas urológicos. Entre las patologías más frecuentes en esta especialidad en gatos se encuentra la enfermedad del tracto urinario inferior felino, conocida por las siglas FLUTD (feline lower urinary tract disease) y que antes se englobaba dentro ...
Muchos propietarios acuden a las clínicas veterinarias porque su perro o gato tiene problemas urológicos. Entre las patologías más frecuentes en esta especialidad en gatos se encuentra la enfermedad del tracto urinario inferior felino, conocida por las siglas FLUTD (feline lower urinary tract disease) y que antes se englobaba dentro del síndrome urológico felino (FUS). En el caso de los perros, destacan las infecciones de orina, especialmente en las hembras, y los cálculos urinarios.
En los gatos
La enfermedad del tracto urinario inferior felina (FLUTD) es como se conoce a un conjunto de enfermedades que afectan a las vías urinarias inferiores de los gatos, y, principalmente, incluyen la cistitis, los cálculos en la vejiga urinaria o uretra, y la obstrucción total o parcial de la uretra. Aunque estas enfermedades afectan por igual a machos y hembras, sí que suele predominar más en los gatos, pues son más propensos al bloqueo de la uretra. El motivo reside en que los machos tienen la uretra más larga que las hembras. En cuanto a la más común de las FLUTD es la cistitis, que consiste en la inflamación de la vejiga. La formación de cristales en la orina o de piedras en la vejiga, además del estrés, suelen ser motivo de aparición de la cistitis, si bien es cierto que en gran parte de los casos de FLUTD se desconoce la procedencia de la enfermedad. Es por ello que se suele denominar cistitis idiopática.
Como se ha mencionado anteriormente, no existe un único motivo para la aparición de estas patologías, pero sí que entran en juego diferentes factores:
En cuanto a los síntomas principales de las FLUTD, estos son:
En el caso de que nos encontremos con la obstrucción total de la uretra, el gato no podrá orinar u orinará muy poco. Ante esta situación, hay que acudir cuanto antes al veterinario, pues si no se trata el problema rápidamente el animal podría llegar a morir. Es lo que se conoce como hidronefrosis. El veterinario se encargará de realizar, por una parte, pruebas laboratoriales, como pueden ser los análisis de sangre, para determinar si existe infección, y análisis de orina para descubrir si hay infección urinaria, cristales o cálculos. Asimismo, también puede realizar ecografías para valorar la situación de la vejiga, los riñones y la próstata.
Por otra parte, las radiografías y las ultrasonografías son la mejor manera para descubrir los cálculos en las vías urinarias bajas. Así, gran parte de los urolitos se pueden diferenciar a través de una radiografía simple: los cálculos de urato son radiolúcidos y los de silicato o cistina, de radiodensidad intermedia. Diferenciar de qué cálculo se trata servirá para aplicar las medidas más específicas tanto para su disolución como para prevenir futuras apariciones.
Una vez curado, y para prevenir futuras infecciones, la nutrición del animal también juega un papel clave. De hecho, el veterinario puede recetar una dieta especial para la prevención, que suelen contribuir a reducir los minerales de la orina, que son los que forman los cristales. Además, los cristales de estruvita se pueden disolver gracias a una dieta baja en magnesio.
En los perros
En los casos de los perros la mayoría de infecciones urinarias están provocadas por las bacterias, en especial, la Escherichia coli, una bacteria presente en el entorno y alrededor de los genitales y la zona anal del perro. En el caso de que el perro no orine lo suficiente, las bacterias pueden llegar a la vejiga y provocar una infección (cistitits), que puede subir hasta afectar a los riñones (nefritis). Asimismo, en los machos también puede estar afectada la próstata (prostatitis). También puede favorecer la aparición de las infecciones la alimentación, que depende de cómo sea puede alcanilizar la orina. Por otra parte, algunas enfermedades que pueda padecer el animal lo hacen más propenso a sufrir infecciones urinarias. Sería el caso, por ejemplo, de tumores que obstruyen las vías urinarias.
A la hora de determinar si un perro padece alguna infección urinaria, los signos que hay que tener en cuenta son los mismos que los mencionados en los gatos: incremento de las veces que orina; molestias al hacerlo y/o orina teñida de sangre o turbia. En los casos en los que los riñones también lleguen a estar afectados, el perro beberá y orinará más de lo común. Incluso, por el dolor, puede llegar a arquear la espalda.
Una vez se ha detectado la infección, el tratamiento a seguir viene determinado por el veterinario. Sin embargo, son muchas las ocasiones en las que se tiene que tratar la enfermedad con antibióticos. Algunos propietarios deciden no seguir con todo el tratamiento con antibióticos, lo que con- lleva que en algunas ocasiones no se termine de eliminar la infección.
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