IM VETERINARIA #66

79 hemos pasado de una relación principalmente funcional a un vínculo afectivo y de convivencia. Hoy los perros ocupan un lugar central en los hogares: comparten rutinas, espacios y emociones con las personas. Este cambio refleja una mayor sensibilidad social hacia el bienestar animal y una demanda creciente de servicios veterinarios, educación canina y productos de calidad. La sociedad española ha dado un paso importante hacia la comprensión del perro como ser con necesidades físicas, emocionales y cognitivas que deben ser atendidas con la misma seriedad que las nuestras”. Papel clave Como detalla Ramírez, “los veterinarios somos agentes clave de educación y prevención. Nuestro papel no se limita a tratar enfermedades, sino a guiar a las familias en cómo crear entornos saludables para ambos. Podemos ayudar a los tutores a entender las necesidades de sus animales, ofrecer pautas de conducta, nutrición y actividad, y fomentar la empatía a través del conocimiento. En definitiva, actuamos como mediadores entre la ciencia y la convivencia cotidiana, promoviendo una relación equilibrada y respetuosa”. Diversos estudios muestran beneficios físicos y psicológicos de convivir con perros. Desde el ámbito clínico, Ramírez apunta que, en la práctica diaria se perciben claramente los beneficios: “Las personas que conviven con perros suelen ser más activas, mantienen rutinas más estables y refieren menores niveles de estrés. A la vez, los animales que reciben atención, estimulación y afecto muestran menos signos de ansiedad y mejor salud general. En la clínica también se nota que quienes viven un vínculo positivo suelen ser más constantes con las revisiones y la prevención, lo que se traduce en un mayor bienestar conjunto”. Interacción diaria para generar bienestar Así, Ramirez detalla que la ciencia confirma lo que muchos tutores experimentan a diario: compartir tiempo con un perro genera bienestar. “El contacto físico y la interacción social con ellos estimulan la liberación de oxitocina, la hormona del afecto, y reducen los niveles de cortisol, asociado al estrés. Esto se traduce en un estado emocional más estable, mejor regulación cardiovascular y una sensación general de calma. Pasear, jugar o simplemente convivir con un perro puede ser un factor protector frente a la ansiedad y la soledad”. Además, subrayan la importancia de la comunicación, la rutina y la prevención sanitaria como pilares de una convivencia saludable. En este contexto, expresa, en la práctica clínica, estos se traducen en acciones muy concretas que marcan la diferencia en la convivencia. Así, la comunicación es el punto de partida: ayudar al tutor a interpretar las señales del perro y a responder con coherencia y calma, reforzando las conductas adecuadas y evitando respuestas impulsivas o castigos. Cuando existe una buena comunicación, el vínculo se fortalece y los problemas de comportamiento se reducen de manera significativa. La rutina aporta estabilidad emocional. Mantener horarios regulares de paseo, descanso y alimentación permite al perro anticipar lo que va a ocurrir, reduciendo la ansiedad y favoreciendo un equilibrio mental que también repercute en su salud física. Por último, la prevención sanitaria es el eje que sostiene todo el bienestar a largo plazo. Incluir revisiones periódicas, vacunaciones, desparasitaciones y chequeos adaptados a la edad o estilo de vida no solo evita enfermedaElaboración: NotebookLM

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