IM VETERINARIA #63

78 friendly’. Nuestra labor solo es posible gracias a la colaboración, cooperación y compromiso de las personas, asociaciones, organizaciones y entidades que forman parte de la familia Dejemos Huella en la que, actualmente contamos con más de 22 entidades colaboradoras”. Cabe señalar que el programa Dejemos Huella ayuda diariamente a que miles de personas con algún tipo de necesidad terapéutica, educativa o social, en España y Portugal, tengan una mayor calidad de vida. “A la vez que proporciona soporte a las entidades que desarrollan los programas de terapias y educación asistidas, creados para beneficiar a estas personas, velando por el bienestar animal y construyendo un entorno de respeto y tolerancia”. Más que un compañero Paralelamente, el Programa Huellas Elanco, que se lleva a cabo gracias a la participación de voluntarios de Elanco de España y Portugal, ayuda y acompaña a distintos cachorros a lo largo de los nueve meses del periodo que corresponde a la socialización, una de las etapas más importantes en la vida del perro. Tras superar este proceso de socialización, los perros son formados y entrenados de manera específica para poder incorporarse a diferentes programas de terapia y educación asistida con perros, o bien como futuros perros de asistencia. Porque, como señalan desde Elanco, “el amor, la entrega y la compañía de los animales nos cambia para bien. Con ambos programas aportamos nuestro granito de arena para generar un impacto positivo en la sociedad, contribuimos en el cuidado y bienestar de los animales y, paralelamente, ayudamos a mejorar la calidad de vida de las personas”. Por otro lado, la Head Digital Marketing & Communication de Elanco afirma que es importante subrayar la diferencia que existe entre los Perros de Asistencia para Niños y Niñas con Autismo (PSNA) y las terapias asistidas con animales. Así, los PSNA viven con el niño o la niña y su familia, siendo parte del núcleo familiar. Además de que “aportan apoyo en diversas actividades cotidianas como paseos, momentos de ocio, ir de compras o facilitar el descanso nocturno, entre otras. No se trata de una intervención puntual, sino de un acompañamiento constante durante el desarrollo del menor”, concluye. Hay que destacar, asimismo, que por ley los perros de asistencia tienen acceso público, lo que les permite acompañar al niño o la niña en todos aquellos lugares en los que sea necesario su apoyo para garantizar su seguridad o fomentar su autonomía. “Los niños que tienen un perro de asistencia experimentan un aumento en su seguridad y bienestar, resultando especialmente beneficioso en entornos que generen estrés o ansiedad, como visitas a hospitales y momentos de espera, así como en lugares con muchos estímulos como parques, centros comerciales y playas”, matiza. Por ello, es crucial tener en cuenta que uno de los principales objetivos de los perros de asistencia es minimizar las conductas de fuga, un desafío que afecta aproximadamente al 50 % de los niños y niñas con TEA, especialmente entre los 4 y 11 años. De ahí que el entrenamiento de un perro de asistencia comience mucho antes de que se le enseñen tareas específicas, por lo que la selección de los cachorros es un paso esencial. En este sentido, por lo general, se eligen razas reconocidas por su inteligencia, temperamento equilibrado y capacidad de aprendizaje, tales como el Labrador Retriever, Golden Retriever y Pastor Alemán. “Aparte de que los cachorros deben exhibir cualidades como sociabilidad, curiosidad y confianza”. La socialización temprana juega un papel fundamental en el desarrollo de un perro de asistencia, ya que, durante sus primeras semanas y meses de vida, “los cachorros se exponen a una amplia gama de estímulos, incluyendo personas, otros animales, sonidos y diferentes entornos. Este proceso les ayuda a convertirse en perros adultos equilibrados y seguros”. Es a partir de los nueve meses de edad cuando los cachorros comienzan el entrenamiento básico de obediencia, aprendiendo comandos esenciales y habilidades que forman la base sobre la cual se construirá su formación especializada. El siguiente paso es la educación avanzada, donde los perros aprenden tareas específicas adaptadas a las necesidades de la persona a la que asistirán. Porque, como nos explica González, “cada familia tiene requisitos únicos, por lo que tanto la elección del perro como su formación se personalizan según esas necesidades”. Una vez entregado el perro, se realizan al menos dos seguimientos anuales en el hogar para evaluar el nivel de entrenamiento y el bienestar del perro. Unos seguimientos que tienen como objetivo incorporar ajustes a las rutinas familiares, ya que los niños crecen y deben enfrentarse a nuevos desafíos.

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