IM VETERINARIA #62

11 Tal y como indica, estos profesionales son reconocidos como expertos por los colegios tras superar un proceso formativo riguroso con “un examen final de alta exigencia, que incluye pruebas escritas y, en algunos casos, prácticas”. Para obtener el título de Diplomado, es necesario completar “un programa de residencia acreditado por el colegio correspondiente, con una duración mínima de tres años, bajo la supervisión de un diplomado”. Durante este periodo, se deben cumplir requisitos como la “participación activa en la atención de un volumen suficiente de casos clínicos, el desarrollo de un proyecto de investigación y la publicación de al menos dos artículos en revistas científicas de impacto internacional”. Aunque se ha avanzado en los últimos años, “es posible que una parte de la profesión aún no sea plenamente consciente del grado de formación y especialización que implica ser diplomado”. De igual forma, comenta que “ejercer con excelencia implica también saber cuándo remitir”, insistiendo en que “reconocer los límites propios y derivar un caso a un compañero con mayor formación o experiencia en una materia concreta es, sin duda, una muestra de profesionalidad”. Diplomados en la Medicina Veterinaria Al analizar el papel de los veterinarios generalistas, reconoce que son “profesionales con una gran vocación, excelente formación y una dedicación admirable”. Su labor es esencial en la Atención Primaria, pues “ofrecen una visión global de la medicina veterinaria y son el primer punto de contacto con los propietarios”. No obstante, reflexiona que “es difícil profundizar con el mismo nivel en todas las áreas”, y es en esos casos donde los especialistas aportan valor añadido, abordando situaciones complejas que requieren un conocimiento más específico. “ES POSIBLE QUE UNA PARTE DE LA PROFESIÓN AÚN NO SEA PLENAMENTE CONSCIENTE DEL GRADO DE FORMACIÓN Y ESPECIALIZACIÓN QUE IMPLICA SER DIPLOMADO” En cuanto al papel de los diplomados, expone que “por su alto nivel de formación, aportan un conocimiento profundo y constantemente actualizado en su especialidad”, que les permite aplicar criterios diagnósticos y terapéuticos basados en la evidencia científica. En la práctica clínica, se traduce en “diagnósticos más precisos, opciones terapéuticas avanzadas y mejores resultados clínicos”. Más allá del ámbito asistencial, piensa que su aportación debería extenderse también a la formación, la asesoría técnica y la toma de decisiones profesionales, especialmente en contextos regulatorios. Por ejemplo, lamenta que “no se ha contado con la voz de los clínicos ni de los especialistas” en la elaboración del RD 666/2023, una situación cuyas consecuencias “están afectando gravemente a la profesión”. En su opinión, “la participación de asesores técnicos cualificados habría sido, sin duda, de gran ayuda”. Compromiso con la formación y la colaboración Carmen Lorente manifiesta que “la formación y la colaboración profesional son pilares fundamentales del trabajo de los diplomados”. Su labor va mucho más allá de la actividad clínica, ya que actúan como referentes para otros veterinarios, “asesorando, compartiendo conocimientos e impartiendo formación”. Los diplomados participan cada vez más en la docencia de grado y posgrado en las universidades, aunque “todavía queda camino por recorrer para que su presencia sea la norma y no la excepción”. Además de su implicación académica, muchos diplomados “se integran en grandes hospitales veterinarios, donde dirigen unidades especializadas, forman y supervisan a equipos clínicos”. A través de sus especialidades, abren programas de residencia con el fin de formar a nuevos especialistas, y al mismo tiempo “contribuyen activamente a la formación de veterinarios generalistas”, brindándoles herramientas para abordar de manera adecuada las patologías y remitir los casos complejos. Existen diplomados en campos como la salud pública, nutrición, comportamiento o microbiología, que también “contribuyen de forma decisiva a la salud y el bienestar animal, la salud pública y el desarrollo del conocimiento veterinario”. En representación de AVEDE, confirma que una de sus prioridades ha sido construir una red que conecte a los especialistas españoles, con el fin de amplificar “sus proyectos e iniciativas”. Aunque confiesa que aún están en una fase inicial, ya han avanzado en el ámbito formativo, elaborando y difundiendo materiales informativos sobre las diplomaturas y contenidos didácticos con recomendaciones clínicas sobre “la anemia hemolítica inmunomediada, el pioderma canino, el prurito y el uso del registro capnográfico como base para el tratamiento anestésico”. Todo ello, presentado durante el Congreso VetMadrid en colaboración con AMVAC y con el apoyo de patrocinadores como Laboklin, Royal Canin y MSD. Finalmente, anuncia que organizan “una charla en colaboración con el Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid, prevista para después del verano”, y contemplan nuevas actividades formativas, “charlas, cursos, seminarios e incluso un Congreso de Diplomados”. Reconocimiento del Diplomado en España La experta advierte que, “a día de hoy, aún queda mucho por hacer” para reconocer a los diplomados en el sector veterinario español, y que el sector “no es plenamente consciente del potencial que representa la figura del diplomado”, lo que impide aprovechar el conocimiento y la experiencia de estos profesionales. Un dato preocupante es que “más de la mitad de los diplomados españoles trabajan actualmente en el extranjero” por la “dificultad para encontrar opor-

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