IM VETERINARIA #51 ANUARIO 2023

54 Bajo el punto de vista de FESVET, solo un buen desarrollo reglamentario de los principales aspectos de la ley “podría paliar en gran medida el nacimiento de una ley tan controvertida como imprescindible y necesaria en una sociedad cada vez más preocupada por la protección y el bienestar de sus animales, y ello, solo será posible si se cuenta en su reglamentación e implementación con la profesión veterinaria”. En este caso, las posiciones extremas que se han mantenido entre los diferentes sectores implicados en la elaboración de la ley, y su posterior aplicación, “ha llevado a los diferentes grupos de intereses (criadores, cazadores, pastores, propietarios, animalistas, etc.) a una polarización extrema del debate en las Cortes y ha evitado el amplio consenso que una ley social de este calado hubiera merecido”. De hecho, “las encuestas entre los ciudadanos indican que nueve de cada diez españoles sienten la necesidad de disponer de una ley que defienda los derechos de los animales, mientras que en el Parlamento la ley salió adelante con una exigua mayoría de dos votos (174 votos a favor frente a los 172 votos en contra), lo que resulta desalentador por el alto grado de politización que alcanzó”. Si se analizan los grupos políticos que han votado a favor o en contra de la ley, “fácilmente podemos averiguar qué intereses partidas han influido en su aprobación”. Más que desinformación, “el acalorado debate social y, sobre todo, los intereses económicos e ideológicos de determinados colectivos o grupos de presión, han enturbiado el debate sereno y sosegado de una ley que merecía importancia debido a su necesidad”. Formación profesional En cuanto a las iniciativas de la federación para el desarrollo profesional, “la formación continuada de los profesionales sanitarios para la actualización permanente de sus conocimientos es un derecho y a la vez una obligación de estos”. Las empresas, centros sanitarios e instituciones “tienen la obligación de facilitar las actividades formativas, según recogen las leyes sanitarias y el propio convenio colectivo aplicable”. Los sindicatos federados en FESVET organizan directamente cursos de formación continuada y colaboran con las distintas administraciones, colegios profesionales y empresas en jornadas, congresos, cursos, programas de investigación, etc. Además, “estamos promoviendo la formación veterinaria especializada, tanto en la actividad clínica, como en Ciencias de la Salud, en este caso reglada y de carácter oficial”. Los veterinarios son los únicos graduados sanitarios que no tienen ninguna especialidad propia dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS), ni comparten ninguna pluridisciplinar de las reguladas por la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. Por ello, desde FESVET reclaman al Ministerio de Sanidad participar en las especialidades multidisciplinares actuales de Análisis y Bioquímica Clínica, Inmunología, Microbiología y Parasitología y Radiofarmacia, además de exigir la creación y desarrollo de dos especialidades propias, una de Veterinaria de Salud Pública y Comunitaria y otra de Veterinario de Animalario de Investigación, con el fin de integrar realmente las políticas One Health en el Sistema Nacional de Salud. Una profesión de riesgo En cuanto a los mayores desafíos en las condiciones laborales de los veterinarios en la actualidad, remarcan desde FESVET que la veterinaria es una “profesión de riesgo” y como tal “debe ser reconocida por el Ministerio de Trabajo”. Por ello y para ello, “estamos colaborando con los estudios que están desarrollando diversas empresas farmacéuticas y universidades”. En este sentido, “tenemos mucho que avanzar en este aspecto y necesitamos contar con datos objetivos y ponderables que reflejen las condiciones laborales en las que desarrollan su trabajo los veterinarios en sus distintos, y muy diferentes, ámbitos de ejercicio profesional”. Según la federación, es la Organización Colegial Veterinaria (OCV), en colaboración con el resto de la comunidad veterinaria, “quien debería elaborar un riguroso estudio profesional que determine el grado de siniestralidad, penosidad, peligrosidad y toxicidad, o su incidencia en futuros procesos de incapacidad laboral, en los trabajos que llevan a cabo los veterinarios. Y así se lo hemos hecho saber al Consejo General para que, al igual que están haciendo otros colectivos sanitarios, la veterinaria sea considerada profesión de riesgo, lo que permitiría que voluntariamente se pudiera adelantar la edad ordinaria de jubilación”. Un impuesto excesivo Por otro lado, “es lamentable que los veterinarios clínicos de animales de compañía sean los únicos profesionales sanitarios que trabajan con un IVA no sanitario del 21%”. Este alto coste del servicio sanitario “está repercutiendo en la salud de los animales y las personas puesto que los propietarios no pueden asumir los gastos derivados de la adecuada atención integral de sus mascotas”. Para evitar este deterioro del bienestar animal y sobre todo su negativa influencia sobre la Salud pública, “el impuesto sobre el valor añadido que soporta el sector de los animales de compañía debería volver al tipo reducido, como ya sucede en los servicios prestados a los titulares de explotaciones ganaderas, cuyo IVA es del 10%”. Un futuro brillante La veterinaria tiene un futuro muy brillante y optimista, “ya que tenemos unas generaciones de egresados veterinarios con una gran preparación académica y excelentes habilidades sociales para desempeñar una de las profesiones más bonitas del espectro laboral”. Su mayor preocupación, por la frustración que esto supone, “es la falta de estudios de mercado y demográfico que eviten el desequilibrio que se está produciendo entre el número de veterinarios que salen de las facultades y las necesidades reales del mercado laboral en cada sector de ejercicio profesional”. Asimismo, la falta de incentivos retributivos, las duras condiciones laborales y‘burnout’, o síndrome del desgaste laboral o quemado “están produciendo estrés crónico, agotamiento y abandono de la profesión y, lo que es peor, alarmantes casos de autolisis”. Por último, desde FESVET animan a los jóvenes graduados “a formar parte de las sociedades científicas para enriquecer su formación y a afiliarse a los sindicatos profesionales para defender sus derechos laborales”.

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