IM VETERINARIA #47

55 im veterinaria han supuesto un antes y un después en el tratamiento de la dermatitis atópica canina teniendo como diana principal a la IL-31”. Si bien la experta también explica que otras estrategias de investigación en este campo se dirigen a la inducción de la producción de autoanticuerpos contra la IL-31, el desarrollo de un anticuerpo monoclonal contra el receptor de la IL-31, y el desarrollo de nuevos inhibidores de las ‘janus cinasas”’ Y en futuro algo más lejano, “dispondremos de algunos de estos fármacos con otras dianas terapéuticas para el tratamiento de neoplasias o enfermedades autoinmunes como ya existen en medicina humana”. Entender al paciente como un todo Con el mayor grado actual de especialización en medicina veterinaria, la directora médica de la Policlínica Veterinaria Centauro considera que sería ideal crear unidades multidisciplinares de trabajo para poder realizar valoraciones globales del paciente, sobre todo en pacientes pluripatológicos. “Cuando la mascota se remite al especialista y después vuelve a su centro de referencia, el papel del veterinario generalista tiene especial relevancia por su cercanía y visión integral del paciente. Los generalistas han de tener un papel protagonista en el abordaje, el tratamiento y el cuidado de las enfermedades crónicas”. Estamos en un tiempo en que el acceso al diagnóstico y tratamiento ya no está limitado por la tecnología, sino por el conocimiento de los veterinarios. “Y esto puede conducir a un incremento exponencial mal canalizado de las nuevas tecnologías. Tanto el especialista como el generalista deben reciclarse continuamente para poder hacer un buen tándem, donde el paciente se encuentre siempre en el centro”. Para no cometer los errores que ha ocasionado la superespecialización en medicina humana, la experta cree que hay que poner el foco en una atención integral. Cada caso es único y como tal debe ser evaluado, diagnosticado y tratado. Debemos entender al paciente como un todo. “Para no convertirlo en ‘un muñeco’ con órganos aislados que se pueden desmontar por piezas para que en distintos talleres especializados los diagnostiquen y reparen por separado”. El otro peligro que amenaza a la profesión, según la veterinaria, como ocurre ya en medicina humana, es el tiempo que se dedica a cada paciente. “Unos minutos más de consulta y un seguimiento regular nos permiten detectar con más facilidad signos clínicos, comorbilidades y necesidades no cubiertas. La práctica veterinaria nunca podrá desvincularse del escenario de lo humano, con todo lo irracional y poco lógico que parezca, pues esta profesión, de forma indefectible, se ubica entre lo científico y lo humano”. Patologías inflamatorias crónicas con un patrón de gravedad cambiante con el tiempo como la dermatitis atópica necesitan frecuentes revisiones. Estas las puede realizar el especialista o un generalista que se comunique con el especialista para decidir si debe intervenir en algún momento. Comenta que hoy en día con las cámaras de los teléfonos y el Whatsapp o el correo es muy fácil intercambiar fotos de la evolución de los casos y resultados de pruebas, para que el paciente “no se quede en tierra de nadie”. ¿Qué tratamientos se aplican? El arsenal terapéutico del que dispone el veterinario es amplísimo, pero hay que usarlo con cautela porque, como ya dijo Paracelso en el siglo XVIl, “Todo es veneno, nada es veneno. La diferencia está en la dosis”, expone la profesional. Conchita Hernán-Pérez explica que sólo deben pautar fármacos cuando tienen un diagnóstico después de realizar pruebas clínicas. “Esto es especialmente importante cuando hablamos del uso de antibióticos para evitar resistencias antibióticas”, señala. Agentes o medicamentos emolientes, antipruriginosos, antiseborreicos, queratoplásticos, antisépticos, antibacterianos, antifúngicos, antiinflamatorios, inmunomoduladores, antiparasitarios, hormonas y quimioterápicos son los que se pautan habitualmente por vía tópica, por vía oral o por vía sistémica. “Además, se aplican terapias con radioterapia, fototerapia, inmunoterapia alergeno-específica, cirugía convencional, cirugía con láser y crioterapia y terapia biológica”. Grandes avances Los avances en el diagnóstico han evolucionado mucho en los últimos años. Según la experta, disponen de equipos de videotoscopia, dermatoscopia, técnicas de genética molecular para detección de microorganismos, detección de clonalidad en linfomas o detección de genodermatosis y técnicas de inmunohistoquímica que permiten llegar mejor a un diagnóstico dermatológico. “Lo más innovador y, hacia donde se dirigen muchas investigaciones actualmente, es la terapia biológica. Estas terapias utilizan las defensas naturales del cuerpo para combatir enfermedades. Se usan sustancias producidas por el cuerpo o fabricadas en un laboratorio para mejorar o restaurar el sistema inmunitario”. puntualiza. La inmunoterapia incluye el tratamiento con anticuerpos monoclonales. Actualmente está comercializado en veterinaria lokivetmab, para tratar el prurito en la dermatitis atópica canina. También con inhibidores del control inmunológico. “Como oclacitinib, que inhibe la acción de unas enzimas denominadas ‘janus cinasas’, que desempeñan un papel importante en los procesos de inflamación y picor en las dermatitis alérgicas y la dermatitis atópica canina”. Además de la terapia celular con células madre del mismo paciente. “El lokivetmab y el oclacitinib ya mencionados

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