IM VETERINARIA #32

52 im veterinaria (heredado), “pero no tiene por qué desarrollar un problema de fobia a ruidos, por ejemplo, si el ambiente en el que ha vivido le ha enseñado que esos ruidos no son estímulos aversivos”. Respecto a la pregunta de qué comportamientos o conductas inadecuadas podrían confirmar al dueño de la mascota que su animal tiene algún problema, la etóloga enumera algunos de los más importantes: agresividad, miedos y/o fobias, estrés, ansiedad, frustración, alteraciones en el sueño o la vigilia, vo- calizaciones excesivas, arañado de muebles, problemas duran- te el juego, eliminación inadecuada, hiperapego, exceso de actividad, etc. De ahí que, desde el punto de vista profesional, se sugiera acudir al veterinario siempre que se aprecie cual- quier problema de comportamiento. “Aunque nuestro consejo es acudir, si así se desea, directamente a un especialista en etolo- gía veterinaria, ya que trabajamos en conjunto con el veterinario habitual del animal, ante cualquier problema de comportamien- to”, afirma Ortega. También hay que tener en cuenta que existen diferencias en- tre un comportamiento con base genética y uno aprendido. “Los comportamientos de base genética son aquellos que se expresan a través de genes heredados y que están relacionados con el comportamiento. Es decir, si un perro es agresivo con otros perros pero su agresividad se ha desarrollado por un evento trau- mático que ha vivido, si se reproduce, no tiene por qué ser here- dado ese gen de la agresividad”, subraya Ortega. Obviamente, los comportamientos genéticos no se pueden cambiar, si bien la experta afirma que no siempre estos genes tienen por qué expresarse, pues la manifestación de los genes también va a depender del ambiente. “Lo que sí se puede modificar es el am- biente en el que el animal vive y, por tanto, su aprendizaje. Si un gato es de carácter miedo- so, no tiene porqué desarrollar fobia a las personas, siempre que su experiencia con los hu- manos sea positiva durante su desarrollo, o sea, su aprendiza- je”, matiza. Instinto y sentimientos Durante la presentación de la “Declaración de Cambrid- ge sobre la Conciencia”, en julio del año 2012, numero- sos científicos firmantes, en- tre ellos, Stephen Hawking, hablaron de “altos niveles de conciencia en algunas espe- cies de animales no humanos, comparándolos con niveles humanos”. Preguntamos a Cristina Ortega si la etología ahonda en este concepto. “Como ciencia, la etología es- tudia el comportamiento ani- mal, por lo que incluye, asimismo, los niveles de cognición. Y la conciencia animal es una de ellas. Porque los etólogos no solo so- mos veterinarios, también somos biólogos e incluso psicólogos” , resalta. Entonces, ¿qué sería la conciencia animal, desde el punto de vista de un etólogo?, preguntamos. Para la especialista, la con- ciencia se otorga a ciertos animales “más evolucionados o cer- canos al ser humano. Pero lo que sí podemos afirmar es que los animales tienen sentimientos y son capaces de interactuar con su ambiente, y no sólo a través de impulsos instintivos. Si bien el instinto no puede explicar todos los comportamientos complejos que pueden mostrar los animales, ya sea durante el aprendizaje o durante sus interacciones con el entorno” , argumenta. De ahí que conocer cómo aprenden los animales y cómo sus emo- ciones influyen sobre su comportamiento es fundamental en la etología veterinaria, porque “nos ayuda durante la modifica- ción de conducta a que los animales reaprendan ciertos compor- tamientos. Por eso, el etólogo veterinario es el único profesional que puede realizar diagnósticos de problemas de comportamien- to y, a su vez, realizar el tratamiento y el pronóstico de dicha pato- logía” , concluye la etóloga. “La genética influye en el comportamiento de los animales. De hecho, conductas como el miedo y la agresividad son heredables en gran medida”

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