IM VETERINARIA #12

21 im veterinaria Con nuestra siguiente protagonista nos vamos a Piedrabue- na, un pequeño municipio de poco más de 4 mil habitantes a 26 km de Ciudad Real. En este maravilloso enclave nos re- cibe Irene Hernández a las puertas de la Clínica Río Bulla- que inauguraba hace tres años. “Tras realizar prácticas y tra- bajar en diferentes clínicas de pequeños animales en España, Italia e Inglaterra, decidí iniciarmi trayectoria como autónoma abriendomi propio centro veterinario en Piedrabuena (Ciudad Real), donde desarrollo mi labor con gran entusiasmo”. Veterinaria generalista y cirujana de tejidos blandos en pe- queños animales, esta joven nos descubre los secretos de su día a día. “Mi actividad diaria consiste en pasar consulta, ope- rar y encargarme de las cuestiones de gestión del centro”. Ta- rea ésta, la de la gestión, que para muchos veterinarios es ardua y compleja, debido en gran medida a la falta de formación. “No poseo espe- cialidad dentro del campo de pequeños animales. Según mi experiencia en otros países, los propietarios acuden con naturalidad a un especialista cuando el veterinario genera- lista lo considera oportuno, como ocurre en medicina huma- na. En España es diferente, al menos en las zonas rurales”. Con gran esfuerzo y dedicación, Irene sacó adelante esta clínica que fue la primera del pueblo. “Han sido años duros de trabajo en los que hemos ido invirtiendo en instalaciones, servicios y personal en un contexto –el rural– en el que no exis- tía el hábito de llevar a los animales de compañía al veterinario e investigar sobre su salud” , advierte, y añade: “Invertir tiempo y dinero en ellos en una cultura donde esto solo se ha hecho con animales de producción, porque merecía la pena por motivos meramente económicos”. Y ¿cómo se consigue fidelizar a un cliente que no tiene hábito de acudir al veterinario?: “Es difícil, porque ya estamos haciendo lo que es más obvio: ser un buen profesional, tener buenos servi- cios y ofrecer una buena atención. No obstante, hoy también es necesario tener en cuenta otros factores”. Irene concluye que “lo más importante, y en ocasiones un auténtico reto, es mantener una buena comunicación con el cliente”. Pero frente a este crecimiento y a la inversión en mejoras que realizan los pequeños empresarios se sitúan algunas de las medidas fiscales implantadas tras la crisis. “Nos afecta sobre- manera la subida del IVA al 21%, pero a ello se une la falta de un convenio colectivo”. Irene considera necesario reflexionar a ni- vel interno sobre el futuro de la profesión y las posibilidades de crecer a largo plazo. “Los veterinarios debemos hacer un poco de autocrítica paramejorar la comunicación entre nosotros. Echo en falta que entre nosotros exista el corporativismo que hay en otras profesiones”. Sobre cuál es la mejor actitud para afrontar los próximos años, Irene comparte con nosotros sus conclusiones: “Debemos con- tinuar concienciando al propietario sobre la importancia de la labor veterinaria en la salud de nuestras mascotas y en la salud pública. Al mismo tiempo, debemos fijar precios para que haya cierta paridad. En mi opinión, ni nos beneficia ni nos da buena imagen que una vacuna antirrábica oscile entre cinco y 30 euros”. Antes de despedirse nos confiesa entre sonrisas. “Soy optimista de cara al futuro. Nuestra profesión aporta muchísimo a la socie- dad, y somos imprescindibles. Así lo refuerzan los datos que indi- can que cada vez hay más macotas, y los propietarios cada vez están más dispuestos a cuidar mejor de ellas”. Irene Hernández (Clínica Veterinaria Río Bullaque, Piedrabuena) “Ni nos beneficia ni nos da buena imagen que una vacuna antirrábica oscile entre cinco y 30 euros”

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