"Los etólogos intentan que el encaje entre el animal y el entorno sea el mejor posible"

Los problemas de conducta preocupan cada vez más a la sociedad. De aquí surge la necesidad de asistir a un veterinario etólogo para poder resolver correctamente estos problemas de una manera respetuosa hacia el animal. Las principales recetas son conocer las necesidades de éste y cubrirlas en la medida de lo posible, ser consistentes y no usar el castigo como método educativo.

28/12/2016

La etología es el estudio del comportamiento humano y animal. Jaume Fatjó, director de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud en la Universitat Autònoma de Barcelona, es veterinario etólogo. Por ende, se dedica al estudio de los hábitos de los animales con el objetivo de diagnosticar, tratar y prevenir ...

La etología es el estudio del comportamiento humano y animal. Jaume Fatjó, director de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud en la Universitat Autònoma de Barcelona, es veterinario etólogo. Por ende, se dedica al estudio de los hábitos de los animales con el objetivo de diagnosticar, tratar y prevenir problemas de comportamiento o conductas problemáticas; es decir, aquellos comportamientos que no permiten una buena convivencia entre el propietario y el animal. Comenta que el veterinario etólogo acostumbra a tratar tanto a perros como a gatos, porque en nuestro país no hay tanta especialización como para dedicarse a unos o a otros.

Fatjó pertenece a Ethogroup, un grupo formado por etólogos y educadores caninos que llevan años de experiencia en el tratamiento de problemas de comportamiento de los animales de compañía, terapia asistida con animales y formación de otros profesionales. Trabajan como cualquier servicio veterinario, pero están especializados en el comportamiento.

Le pedimos que detalle los problemas de conducta más comunes en perros y en gatos. Fatjó explica que, en perros, el más frecuente es la agresividad, dirigida a personas y perros, seguido de los relacionados con la separación. Aclara al respecto que son perros que, cuando el propietario se va de casa, no son capaces de quedarse solos y, cuando lo hacen, o bien por estrés o bien por frustración, muestran un comportamiento inapropiado como ladrar (incluso hasta provocar la denuncia de un vecino), destrozar parte de la casa o hacer sus necesidades dentro del hogar. Son conductas, en general, inapropiadas como consecuencia de la separación. En gatos, los problemas más frecuentes son más bien de no utilización de la bandeja para orinar y defecar; lo hacen fuera, en otro sitio de la casa. Le sigue a éste el de la agresividad.

Técnicas en positivo

Fatjó señala que, para tratarlos, siempre usan técnicas en positivo. “Eso quiere decir que no enfrentas el problema con castigo. Lo que se pretende es promover un comportamiento adecuado. Hay problemas de conducta que no tienen que ver exclusivamente con un tema de refuerzo y castigo”, asevera. En el caso de los gatos, los problemas tienen que ver con que los elementos que hay en su territorio no son los adecuados. “Si la bandeja de arena está en un lugar inadecuado, tiene una rutina de limpieza inadecuada o si la arena no es de calidad; la resolución de este problema va más allá de castigar al gato cuando lo hace mal o de premiarlo cuando lo hace bien”, argumenta. Insiste en que la solución consiste en buscar un manejo en general y en procurar al animal un entorno que evite algunos problemas.

Recuerda que perros y gatos son dos especies distintas, por lo que tienen un enfoque completamente distinto. Los problemas de separación que sufren los perros son prácticamente inexistentes en los gatos. “En el fondo, esto tiene mucho que ver con la historia evolutiva. La biología del perro es la de un animal gregario, que vive en grupo. La de los antepasados del gato, no. Eran animales solitarios”, indica.

A la hora de prevenir los comportamientos agresivos, Fatjó recomienda, en primer lugar, que la gente conozca mínimamente las necesidades reales del perro o del gato. “Muchas veces, lo que ocurre es que el propietario no se preocupa por saber qué es lo que le proporciona bienestar al perro o al gato. Es ver exactamente qué es lo que se tiene en casa y qué necesidades reales tiene para estar bien adaptado. Cuánto mejor adaptado está el animal, más se reduce el riesgo a que haya problemas de conducta”, certifica.

Además de eso, subraya que un perro necesita contacto social, estar con gente y con otros perros. “Uno de los elementos que pueden provocar un comportamiento inadecuado, y entre ellos la agresividad, es el aislamiento, en el caso del perro. En el del gato, es muy importante que el territorio sea estable, que haya todo lo que necesita”. Eso sería es una primera línea de consejos.

La segunda, para perros y para gatos, es que “la gente tiene que ser consistente en el manejo”. O sea, responder siempre de la misma manera ante una misma situación. Si el perro puede subir al sofá, que se le deje hacer siempre. Una tercera norma general que apunta Fatjó es “evitar el castigo”.

A día de hoy, lo de llevar al perro al psicólogo es un tema llamativo. “En los años 70, cuando se decía que a un perro se le iba a hacer una radiografía, la gente se llevaba las manos a la cabeza. La propia especialidad de la psiquiatría en medicina humana sigue siendo tabú. La gente no te dice por lo general que va al psiquiatra. Todavía la especialidad está dentro del armario. Lo que hacemos los veterinarios etólogos es intentar que el encaje entre el animal y el entorno sea el mejor posible”, narra Fatjó. El objetivo es buscar que el encaje de ese perro o de ese gato en el entorno físico en el que está, y con la familia con la que convive, sea el mejor posible y que la gente disfrute más de su animal de compañía. (…)

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