"Estamos mejor preparados, tanto nosotros como veterinarios de salud pública como a nivel médico y asistencial"

Después de la “tormenta perfecta” de leishmania que supuso el brote de 2011, el más grave de toda la cuenca mediterránea, el veterinario y jefe de Área en la Vigilancia de Riesgos Ambientales de la Comunidad de Madrid, hace balance de la situación epidemiológica en esta autonomía a raíz de la publicación de un estudio que ha analizado la evolución de este parásito en los sucesivos años.

26/08/2022

El pasado 14 de abril, la revista Parasites & Vectors de BioMed Central (BMC) publicó un estudio sobre la seroprevalencia de la leishmania en la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM). En concreto, en la población de perros callejeros, examinando la evolución de casos desde 2007 hasta 2018. Con el punto ...

El pasado 14 de abril, la revista Parasites & Vectors de BioMed Central (BMC) publicó un estudio sobre la seroprevalencia de la leishmania en la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM). En concreto, en la población de perros callejeros, examinando la evolución de casos desde 2007 hasta 2018. Con el punto cumbre de 2011: el brote de leishmaniosis de aquel año en el suroeste de la CAM fue "el mayor brote de la cuenca Mediterránea".

Fernando Fúster Lorán, jefe de área de Vigilancia de Riesgos Ambientales en Salud de la Dirección General de Salud Pública de la CAM, pone en contexto lo que fue esta "cuestión totalmente atípica". Que, en cualquier caso, ha ayudado a los servicios de vigilancia epidemiológica de zoonosis a que nada se escape.

Contando dicho brote, ha habido unos 790 casos desde 2010 hasta ahora. "Un número totalmente inusual", señala. Hace referencia a que mientras que lo habitual son los máximo 60 casos al año, debido a dicho brote se alcanzaron los 197 solo en 2011. Desde entonces, los casos han ido bajando hasta situarse en números previos al brote. "En 2021 hemos tenido 26; en 2019, 29; en 2018, 36", sin contar 2020 por no haber sido un "año muy significativo" debido al Covid-19. Del incidente explica que nació de un reservorio "desconocido" que "se coló" y fue muy difícil de frenar: eran liebres y conejos.

Fúster, eso sí, descarta cualquier posibilidad remota de que se vaya a dar otro caso como el de hace once años. Hay "muy pocas" probabilidades debido a que los equipos están "mucho más alerta" y hay diversos sistemas de vigilancia activos. E insiste: el brote fue "la tormenta perfecta". Los flebótomos tan cerca de una población importante de liebres. "Era como un hotel para ellos", compara.

Riesgos de otras zoonosis
Ese escenario inédito, si hoy ocurriese, contaría con una mejor preparación tanto de veterinarios como de sistemas de salud pública y también a nivel médico y asistencial. "Creo que ahora en Atención Primaria (AP) se detectan más casos de leishmania", asegura Fúster.

En ese sentido, desde el área que dirige ponen especial énfasis sobre la fauna silvestre y enfermedades transmitidas por vectores. La mayor movilidad o las zonas modificadas por la acción humana también contribuyen a aumentar el riesgo. De hecho, se trabaja con la hipótesis de que este fuese originado a raíz de la creación de parques urbanos en la zona, eliminando así las barreras para que accedieran hasta ellas los reservorios de leishmania.

Por otra parte, ve bastante alejada la posibilidad de que surja un brote en animales de compañía. Donde sí se tienen más sospechas es en fauna salvaje en lugares cercanos al brote, como Móstoles. También en otros sitios, como el parque de Valdebebas. De ahí que se analicen los conejos y las liebres regularmente en ciertas épocas del año.

El perro, el vector favorito del flebótomo

El estudio centra su análisis en perros callejeros como vectores de la leishmania. Un hecho que no pone para nada en duda y del que, de hecho, recuerda que la CAM tiene activo un sistema de vigilancia frente a este parásito desde 1996. Cada año se revisan alrededor de 900 perros con este protocolo activo.

La investigación aprecia un ligero crecimiento que confirma a su vez Fúster, "pero tampoco muy significativo". A que hayan subido los casos lo achaca a varios factores: más animales en las casas a raíz de la pandemia o el cambio climático que "alarga los ciclos de vida de los flebótomos".

Mientras en esta región se dan entre los meses de mayo-junio a octubre-noviembre, en cuencas como la Mediterránea ya están presentes durante todo el año. Prácticamente a finales de mayo ha comenzado en Madrid el sistema de vigilancia frente a estos vectores.

Cinco sistemas de prevención activos

Precisamente en este sistema de vigilancia frente a flebótomos, la Comunidad participa activamente con actores como las universidades. El veterinario menciona algunos como el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET), de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Facultad de Biológicas de la misma universidad o el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) de Madrid. A través de trampas adhesivas, se analiza el flebótomo para ver la parasitación y el reservorio del que se ha alimentado.

Hay otro sistema activo de fauna silvestre, en el que se analizan sobre todo liebres y conejos durante todo el año en zonas con mayor riesgo de la región. En este sentido, se intentan muestrear unos 200 seres vivos al año.

Por último, la CAM tiene tres sistemas de vigilancia para animales de compañía: uno, para los perros de adopción, que se realiza durante todo el año; otro, para perros vagabundos, con cortes anuales en primavera y otoño, y otro de gatos, durante todo el año y el más reciente. "Los gatos no nos dan prevalencias altas, son bajas, pero no hay que perderlos de vista", agrega.

Puedes leer el artículo completo en el PDF adjunto.

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