Las posibles complicaciones urinarias asociadas al tratamiento con alopurinol en perros con leishmaniosis

Este estudio retrospectivo mostró que un 13% (42/320) de los perros con leishmaniosis tratados con alopurinol desarrollan algún tipo de efecto adverso urinario, incluidos xantinuria, mineralización renal y/o urolitiasis. El 45,2% (19/42) de los perros afectados desarrollaron síntomas clínicos evidentes (disuria, obstrucción urinaria). Es necesario monitorizar a los perros con leishmaniosis en tratamiento con alopurinol para poder identificar la aparición de posibles efectos adversos urinarios asociados al tratamiento.

20/09/2016

La leishmaniosis canina es una zoonosis causada por Leishmania infantum, protozoo transmitido por mosquitos flebótomos. La enfermedad es endémica en el sur de Europa. A día de hoy, el tratamiento de primera línea más efectivo consiste en combinar antimoniato de meglumina a dosis de 50 mg/kg/12 horas administrado por vía ...

La leishmaniosis canina es una zoonosis causada por Leishmania infantum, protozoo transmitido por mosquitos flebótomos. La enfermedad es endémica en el sur de Europa. A día de hoy, el tratamiento de primera línea más efectivo consiste en combinar antimoniato de meglumina a dosis de 50 mg/kg/12 horas administrado por vía subcutánea durante 4 semanas junto con alopurinol oral a 10 mg/kg/12 horas durante al menos 6 meses.

El alopurinol es una medicación antiparasitaria de uso generalmente seguro pero que, en ocasiones, se ha asociado al desarrollo de xantinuria y urolitiasis por xantina. La xantina es un producto de degradación de la vía de las purinas en la que están implicadas dos enzimas, la xantina deshidrogenasa y la xantina oxidasa. El alopurinol inhibe la acción de la xantina oxidasa que convierte la xantina a ácido úrico. Por ello, el uso crónico de alopurinol puede generar una acumulación de xantina. La urolitiasis por xantina es poco frecuente en perros y, generalmente, se asocia a la administración de alopurinol. La urolitos de xantina son radiolúcidos, por lo que se requiere de radiografías de contraste o ecografía abdominal para su diagnóstico.

Describir los efectos adversos urinarios más frecuentes asociados al tratamiento con alopurinol en perros con leishmaniosis era el objetivo del estudio. Para ello, se revisaron de manera retrospectiva los historiales clínicos procedentes de cuatro hospitales veterinarios situados en un área endémica entre 2009 y 2012. Se incluyeron aquellos casos infectados de manera natural con L. infantum, con síntomas clínicos y alteraciones clínico-patológicas compatibles con la enfermedad, que recibieron tratamiento con alopurinol y tenían xantinuria con o sin urolitiasis y mineralización renal. Se obtuvo información sobre la presencia de sintomatología de tipo urinario y la dosis y duración del tratamiento con alopurinol.

El diagnóstico de leishmaniosis se confirmó mediante ELISA o inmunofluorescencia indirecta, observación directa de los parásitos en extensiones de tejidos obtenidas mediante PAF o con PCR. La presencia de xantinuria y alteraciones de las vías urinarias se determinó mediante análisis de orina y ecografía abdominal. Dependiendo de las alteraciones observadas, los perros se clasificaron en 4 grupos: grupo 1, xantinuria aislada; grupo 2, xantinuria y mineralización renal sin urolitiasis; grupo 3, xantinuria y urolitiasis sin mineralización renal y grupo 4, con xantinuria, urolitiasis y mineralización renal.

Resultados

Entre 2009 y 2012, un total de 320 perros fueron diagnosticados con leishmaniosis. De ellos, 42 (13%) desarrollaron algún tipo de efecto adverso urinario asociado al tratamiento con alopurinol. La duración de este tratamiento previo al diagnóstico de problemas urinarios fue de 3 semanas a 9 años (mediana, 1 año). Los 42 perros incluidos presentaron xantinuria en el análisis de orina y 36/42 mostraron alguna alteración en la ecografía abdominal con la siguiente distribución: grupo 1, xantinuria aislada (9/42, 21,4%); grupo 2, xantinuria y mineralización renal (11/42, 26,2%); grupo 3, xantinuria y urolitiasis (9/42, 21,4%) y grupo 4, con las tres alteraciones (13/42, 31%). De los 22 perros que desarrollaron urolitiasis, los urolitos se localizaron en la vejiga urinaria (13/22, 59,1%), la uretra (12/22, 54,6%), el riñón (8/22, 36,4%), el uréter (2/22, 9,1%) o en más de una localización (9/22, 40,9%). El 45,2% (19/42) de los perros desarrollaron síntomas clínicos de disuria u obstrucción urinaria (Tabla 1).

El 100% de los perros con urolitos en la uretra y uréter o en múltiples localizaciones desarrollaron síntomas clínicos. No existieron diferencias significativas entre los grupos en cuanto a la concentración de creatinina (P=0,280), densidad urinaria (P=0,128), dosis de alopurinol (P=0,464) o duración del tratamiento con alopurinol (P=0.08).

Discusión y conclusiones

Este estudio retrospectivo confirma que el principal efecto adverso del tratamiento con alopurinol en perros con leishmaniosis es el desarrollo de xantinuria y urolitiasis por xantina. Los resultados enfatizan la necesidad de monitorizar a los perros con leishmaniosis en tratamiento con alopurinol, con el objetivo de poder identificar la aparición de posibles efectos adversos urinarios asociados al tratamiento.

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