El estado físico y psicológico de un perro castrado mejora tras una pionera terapia de restauración hormonal

Según se informa en un estudio publicado en el último número de la revista `Topics Companion in Animal Medicine´, el animal empezó a empeorar tras realizársele una gonadectomía previa a su adopción.

31/08/2021

Una pionera terapia hormonal ha arrojado resultados positivos en el estado físico y psicológico de un perro cuya castración había tenido efectos negativos en su calidad de vida. El caso se publicó en el último número de la revista `Topics Companion in Animal Medicine´ y ha sido elaborado por Linda ...

Una pionera terapia hormonal ha arrojado resultados positivos en el estado físico y psicológico de un perro cuya castración había tenido efectos negativos en su calidad de vida. El caso se publicó en el último número de la revista `Topics Companion in Animal Medicine´ y ha sido elaborado por Linda Brent y Elaine A. Lissner, de la Parsemus Foundation de San Francisco, y Michelle A.Kutzler, del Departamento de Ciencias Animales y Agrestes de la Universidad Estatal de Oregón.

El perro, un macho castrado de un año de edad, mestizo de Bulldog americano y Walker Coonhound, que pesaba 27,7 kilos, presentaba un historial de varios problemas de salud que afectaban negativamente a su calidad de vida. Fue obtenido de un refugio de animales con una edad estimada de siete meses, momento en el que fue castrado antes de su adopción. Al parecer, el perro tenía un comportamiento normal en el momento de la adopción.

Cinco meses después de ser adoptado, empezó a presentar cambios en el comportamiento. Desde tener un alto nivel de miedo a los extraños; aumento considerable de peso; y cojera en la extremidad pélvica derecha localizada en la articulación coxofemoral. Según cuentan los investigadores, cojeaba después de hacer ejercicio, no podía saltar, era reacio a correr o a hacer ejercicio vigoroso.

La reducción de la movilidad, la cojera, el rápido aumento de peso y el miedo a las personas desconocidas fueron tratados durante los 3 años siguientes con ensayos de medicación para el dolor, suplementos para las articulaciones, tiroxina, antidepresivos e importantes restricciones en la dieta.

La administración frecuente de carprofeno y los suplementos articulares diarios redujeron la cojera, pero la movilidad seguía siendo escasa. El peso se estabilizó con una dieta estricta, pero las respuestas de miedo y ansiedad ante los extraños siguieron empeorando.

La terapia de restauración hormonal se inició cuando el perro tenía casi 4 años de edad. La administración semanal subcutánea de cipionato de testosterona (0,5 mg/kg) redujo significativamente el dolor y aumentó la masa muscular, mejorando así la movilidad. Sin embargo, las concentraciones suprafisiológicas de la hormona luteinizante no se redujeron con la terapia de testosterona, por lo que se implantó un agonista de la hormona liberadora de gonadotropina.

Tras el restablecimiento de la hormona, se redujo el apetito y los comportamientos de ansiedad y miedo se volvieron manejables. El tratamiento con testosterona y agonista de la hormona liberadora de gonadotropina fue fácil de administrar, no tuvo efectos secundarios conocidos y los propietarios quedaron satisfechos con el resultado y han continuado con este tratamiento para su perro.

Los profesionales interesados en la restauración de las hormonas reproductivas deben solicitar el consentimiento informado del cliente tras explicarle los posibles efectos secundarios negativos del tratamiento con andrógenos.

Por último, el estudio matiza que se necesitan más investigaciones sobre la restauración de las concentraciones de hormonas reproductivas en perros gonadectomizados para evaluar los diferentes regímenes de tratamiento y los efectos a largo plazo.

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