Si bien es cierto que los antibióticos son indispensa­bles para garantizar la salud de los animales, su uso excesivo puede provocar cambios en las bacterias que hacen que los antibióticos dejen de ser eficaces. Nos encontramos, entonces, ante la conocida resistencia a los an­tibióticos, un problema cada vez más acuciante y que, desde las administraciones, tanto nacionales como internacionales, llevan años intentando solucionar. No obstante, nos encon­tramos ante una de las amenazas globales más serias para la Salud pública.

En 2014, fruto de la necesidad de concienciar a profesionales sanitarios y a la población, se creó el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), bajo la coordinación de la Asociación Española del Medicamento y Productos Sanita­rios (Aemps). El PRAN es "un plan estratégico y de acción cuyo objetivo es reducir el riesgo de selección y diseminación de resis­tencia a los antibióticos y, consecuentemente, reducir el impacto de este problema sobre la salud de las personas y los animales, preservando de manera sostenible la eficacia de los antibióticos existentes".

Desde entonces, entre otras cosas, han trabajado para reducir el consumo veterinario y humano de los antibióticos. Y parece que los efectos han sido positivos, pues las últimas cifras, correspondientes al 2019, indican que ese año se redujeron las ventas de antibióticos veterinarios en un 13,6%. De esta manera, a lo largo de cinco años, las ventas totales de antibióticos de uso veterinario se habrían reducido un 58,8%. Así, España pasa de los 418,8 mg/PCU contabilizados en 2014 a los 172,4 mg/ PCU de 2019, más cerca de la media europea en esta área (107 mg/PCU en 2018). Estas cifras engloban datos proporcionados por todos los actores involucrados en la cadena de comercialización. En 2017, a los datos de laboratorios farmacéuticos se incluyó también los de entidades minoristas y farmacias.

Desde la Aemps explican que uno de los principales aspectos que han favorecido este decrecimiento es el Programa REDU- CE del PRAN en diferentes sectores ganaderos. Detallan que, por ejemplo, en el sector porcino este plan ha permitido disminuir el consumo de colistina un 97,18% (2015-2018) y en avicultura de carne ha reducido un 71% (2015-2018) el consumo total de antibióticos.

Europa

A nivel europeo, el proyecto European Surveillance of Veterinary Antimicrobial Consumption (Esvac) recopila información sobre cómo se utilizan los medicamentos antimicrobianos en los animales en toda la Unión Europea (UE). En 2010, año en el que se puso en marcha, solo participaban nueve países. Número que se ha ampliado hasta los 31 actuales.

A día de hoy, la situación en Europa sigue siendo muy variable. De los 25 países que cuentan datos entre el periodo que va de 2011 a 2018, 18 países observaron una disminución en las ventas de antibióticos veterinarios en más del 5%. Sin embargo, cinco países registraron un aumento de más del 5% y otros dos países notaron una pequeña disminución (por debajo del 2%) en las ventas totales. De hecho, durante este periodo se ha conseguido reducir su uso en un 50%, por lo que eso demuestra el enorme potencial que todavía hay en otros países.

De particular importancia, las ventas veterinarias de antibióticos considerados de importancia crítica en la medicina humana presentan una tendencia a la baja. Entre 2011 y 2018, las ventas se han reducido en un 24% para cefalosporinas de tercera y cuarta generación; un 70% para polimixinas; un 4% para fluoro- quinolonas, y un 74% para otras quinolonas.

Un menor uso de antibióticos, tanto en humanos como en animales, trae consigo la posibilidad, sin duda, de un menor riesgo de que las bacterias se vuelvan resistentes a los mismos. No obstante, recuerdan desde Esvac, la resistencia a los antibióticos se puede propagar de los animales a las personas y vicecersa.

Uso racional

El fin último es conseguir que se haga un uso racional de los antibióticos. Para ello, distintas organizaciones han recordado las normas estrictas de su uso. Unas normas que pueden resumirse en cuatro líneas de actuación.

Los antibióticos tienen una utilidad limitada por el tipo de microorganismo. De esta manera solo se deben prescribir ante infecciones producidas por bacterias y cuando estas bacterias sean sensibles al antibiótico. Para ello, se debe realizar un correcto proceso de diagnóstico. Además, hay que usar el antibiótico de espectro más restringido y más antiguo de entre los posibles.

Los antibióticos deben administrarse siguiendo estrictamente las condiciones de autorización (la ficha técnica o el prospecto) de cada medicamento. Así, hay que respetar la dosificación, las pautas de administración y el tiempo de espera establecido para cada medicamento, entre otros.

Los antibióticos no son la solución global para todos los problemas de una granja. Es por eso que no se pueden ver como la alternativa a unas buenas prácticas de manejo e higiene de los animales y desinfección de las explotaciones. Asimismo, se debe promover la instauración de las técnicas de prevención de enfermedad basadas en el empleo de vacunas.

Finalmente, los antibióticos pueden generar problemas de Salud pública, que se minimizarán si se respetan los tiempos de espera; se siguen procedimientos de gestión de residuos ganaderos, y se restringe su uso a los procesos en los que esté garantizada su eficacia.

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