"El primer paso es reconocer la etología felina como medicina del comportamiento"

Las mudanzas, la llegada de un recién nacido al hogar o la presencia de un familiar u otro animal que altere el ritmo de vida de nuestra mascota puede desencadenar en situaciones de estrés, o llegar a presentar conductas agresivas. La experta Patricia Darder Solé recomienda ponerse en manos de un etólogo para mitigar los posibles riesgos.

18/06/2020

La etología felina es una disciplina científica que cada vez tiene un mayor calado en la sociedad. Pero, para seguir avanzando en este camino, es vital que "tanto los profesionales del sector de los animales de compañía como el público en general reconozcan la etología felina y canina como una ...

La etología felina es una disciplina científica que cada vez tiene un mayor calado en la sociedad. Pero, para seguir avanzando en este camino, es vital que "tanto los profesionales del sector de los animales de compañía como el público en general reconozcan la etología felina y canina como una rama de la medicina veterinaria. Por este motivo creo que usar el término `medicina del comportamiento´ es más acer­tado que usar el de etología", según reconoce Patricia Darder Solé, la responsable del Servicio de Etología de la Clínica Veteri­naria GatiGos de Torredembarra, Tarragona.

En este sentido, destaca la labor de organismos como el GrET­CA (Grupo de Especialidad De Etología Clínica de AVEPA), encargados de "luchar y trabajar para dignificar la profesión, combatir el intrusismo profesional y velar por la aplicación del máximo rigor científico en las prácticas clínicas propias de la es­pecialidad".

¿Cómo es el día a día de un etólogo felino? Darder asegura que cada uno es diferente porque varía en función de la deman­da de los servicios requeridos. Pero si tuviese que resumirlo en tres puntos, lo haría de la siguiente forma: "Asesoramiento externo a otros compañeros veterinarios, a entidades como sociedades protectoras o administraciones... o a particulares en cuanto a adopción, cuidado y manejo del gato, así como cuestiones sobre su bienestar o problemas de convivencia".

Esta figura también juega un importante papel en la "práctica clínica, en el diagnóstico, prevención y tratamiento de problemas de conducta felinos", así como en la "formación técnica a personas que trabajen en contacto con gatos, en materia de bienestar y manejo". Pero para desempeñar su faceta diaria y enfrentarse con éxito a cualquier conducta problemática, necesitan echar mano del "estudio y la actualización en las principales metodologías clínicas para resolver y prevenir problemas de comportamiento, junto con el conocimiento de base proporcionado por los estudios de veterinaria sobre la biología y la fisiología de la especie", explica.

La harmonía prometida

Como usuarios debemos de acudir a ellos cuando detectemos cualquier problema de convivencia con nuestro felino. Ya sea un cambio repetitivo o momentáneo en su conducta: "Debemos prevenir problemas de conducta o alteraciones en el bienestar del animal en situaciones de cambios de su entorno. Mudanzas, la llegada de un bebé, etc., o ante cualquier duda o conflicto relacionado con el gato", declara la veterinaria acreditada AVEPA en Medicina de Comportamiento. A través de la etología se consigue que la convivencia entre propietarios y sus animales de compañía "sea cada vez más harmoniosa".

Entre los principales tratamientos que existen, hace hincapié en los siguientes: "Las pautas de manejo destinadas básicamente a mejorar la relación y el vínculo entre propietario y animal, respetar las necesidades medioambientales y de conducta, las modificaciones físicas en su entorno, también denominadas medidas de enriquecimiento ambiental o los ejercicios de modificación de conducta supervisados para tratar situaciones problemáticas concretas".

Y añade tres opciones más: "Psicofarmacoterapia, que suele prescribirse en caso de problemas graves o que impliquen un riesgo para la integridad física de las personas o del propio animal, los nutracéuticos, es decir, complementos alimenticios con efecto farmacológico, y las feromonas sintéticas". La experta aclara que no siempre se aplican estas medidas a rajatabla, sino que lo que se hace es "diseñar un plan de tratamiento específico y adaptado a cada caso y a cada problema de conducta". Para que la terapia funcione de forma efectiva es necesaria la implicación por parte de su dueño, ya que, según recalca Darder, "el etólogo clínico va a ser su guía, pero el propietario es el que va a poner en práctica todas las medidas propuestas".

A veces, el gato puede presentar episodios de estrés y tendremos que saber cómo actuar para evitar o minimizar ese riesgo. Para ello debemos "ser muy cuidadosos con su territorio, adecuándolo en todo momento para generarle oportunidades para desarrollar sus necesidades de conducta. Hay que proporcionarle un espacio seguro donde pueda huir de los estímulos a los que tema y en caso de realizar cambios, hacerlo de la forma más gradual posible".

Mi territorio, mis normas

La responsable del Servicio de Etología de la Clínica Veterinaria Ga- tiGos revela que la especie felina está "especialmente aferrada a su territorio. Cualquier cambio en su entorno o la percepción de la falta de control sobre éste puede suponer una situación estresan­te para el animal. Esto se agrava cuando las condiciones no son favorables. En esta situación las consecuencias para su salud físi­ca y mental pueden llegar a ser muy graves".

Uno de los cambios que puede afectar y alterar su ritmo de vida es la llegada de un recién nacido al hogar. Como medi­da de prevención, Darder propone que lo mejor que se puede hacer en estos casos es "preparar su llegada varios meses antes contando con el asesoramiento de un etólogo veterinario en cada una de las fases de este gran cambio". Estableciendo una serie de pautas como "la preparación y adecuación del entorno, po­sibles cambios en la relación con el gato, presentación del bebé, supervisión de la relación bebé-gato, etc."

En otros casos pueden detectarse conductas agresivas hacia miembros de la familia. Pero, ¿cuándo debemos preocupar­nos? "Es uno de los motivos más habituales en las consultas de comportamiento felino. Los casos más graves aparecen cuando la agresividad del gato es impulsiva, intensa o bien no es posible identificar el desencadenante de dicha conducta. Ante cualquier signo de agresividad debemos acudir al veterinario. Lo primero a descartar es siempre una afección orgánica, que pueda provocar malestar físico o dolor, situación que se da con bastante frecuen­cia. En caso de que no padezca enfermedades se le deberá reali­zar una consulta de comportamiento".

En cuanto a la alimentación, "el gato desarrolla sus preferencias alimentarias durante las primeras etapas de su vida…, siendo esencial el aporte de ciertos componentes con la dieta", por lo que considera fundamental que el propietario "le proporcione una dieta comercial especializada de buena calidad".

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