Red RISA: La alarma mundial del COVID-19. ¿Más temor a lo desconocido que a sus efectos reales?

La alerta por la epidemia del nuevo coronavirus aparecido en Wuhan (China), recientemente bautizado como COVID-19 (para referirse a la enfermedad) y SARS-CoV-2 (cuando se habla del virus), ha desencadenado un enorme interés mediático y preocupación por todo el mundo.

05/03/2020

Este artículo ha sido recatado para la red RISA (Red de investigación en Sanidad Animal), a cargo de Júlia Vergara-Alert (investigadora IRTA-CReSA), Joaquim Segalés (investigador IRTA-CReSA y catedrático de la UAB), Xavier Abad (responsable de la Unidad de Biocontención del IRTA-CReSA), Jordi Rodon (investigador IRTA-CReSA) y Marina Torres (comunicación del ...

Este artículo ha sido recatado para la red RISA (Red de investigación en Sanidad Animal), a cargo de Júlia Vergara-Alert (investigadora IRTA-CReSA), Joaquim Segalés (investigador IRTA-CReSA y catedrático de la UAB), Xavier Abad (responsable de la Unidad de Biocontención del IRTA-CReSA), Jordi Rodon (investigador IRTA-CReSA) y Marina Torres (comunicación del IRTA-CReSA).

Científicos del programa de Sanidad Animal del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) trabajan desde hace años en el ámbito de los coronavirus zoonóticos, en concreto con el coronavirus (CoV) del MERS (de las siglas en inglés, Middle East respiratory síndrome, Síndrome respiratorio del Oriente Medio). En 2016 probaron por primera vez un prototipo de vacuna para dromedarios -que son el reservorio animal del MERS-CoV- para prevenir la transmisión del virus. La investigación se publicó en la revista Science, y los experimentos del estudio se realizaron en las instalaciones de Alta Biocontención del IRTACReSA, que permite trabajar con patógenos de grupo de peligrosidad 3, según los criterios establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Actualmente, el equipo sigue realizando estudios con el MERS-CoV en otras especies de camélidos como alpacas y llamas y tiene previsto empezar a trabajar experimentalmente con el SARS-CoV-2.

Recapitulemos

El 31 de diciembre de 2019 las autoridades sanitarias chinas informaron a la OMS de un grupo de pacientes con síntomas respiratorios y neumonía, pero sin causa conocida. Más adelante, los casos se relacionaron con la identificación de un nuevo tipo de coronavirus. El origen del brote se situó en un mercado de carne y pescado de la ciudad de Wuhan, en China, pero aún se desconoce la causa inicial del brote y la capacidad de transmisión del virus. Los primeros casos aparecieron a mediados de diciembre, en plena época de gripe, cuando en la ciudad de Wuhan comenzaron a ingresar a los hospitales varias personas afectadas por un proceso de neumonía. Se detectó que todos estos pacientes trabajaban o visitaban con frecuencia el mercado de marisco y carne de Huanan. Dentro de la comunidad científica se especula que el origen podrían ser animales infectados, tal como ya sucedió en los casos de SARS (Síndrome respiratorio agudo grave)-CoV y de MERS-CoV. No fue hasta el 30 de enero de 2020 cuando la OMS declaró la epidemia como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII).

Un virus muy parecido al conocido SARS-CoV

Los análisis de diferentes secuencias genéticas del nuevo coronavirus confirmaron que este tiene un 79% de similitud con el SARS-CoV. De hecho, recientemente la OMS ha bautizado el virus con el nombre de SARS-CoV-2. Tanto el virus del SARS como el de MERS pertenecen a la misma familia de virus, los coronavirus, y tienen este nombre debido a la forma que les dan las proteínas de su envoltorio, que dibujan una forma de corona. Estos coronavirus altamente patógenos son zoonóticos, es decir, que se transmiten de animales a humanos, y viceversa, aunque también tienen capacidad de transmitirse entre humanos, especialmente el SARS-CoV-2.

El origen del virus podría situarse en los murciélagos y haber saltado a otras especies animales

Desde el momento en que se conoció la secuencia genética del SARS-CoV-2, el 10 de enero de 2020, se hicieron varios estudios que demostraron que el virus tenía muchas similitudes con otras secuencias de virus encontradas en murciélagos (87%). Es difícil asegurar que el virus causante del COVID-19 haya pasado directamente de los murciélagos a los humanos. Además, predecir el salto genético de un virus de origen animal a humanos es muy complejo, ya que los murciélagos se consideran un reservorio ancestral de virus de mamíferos (se han llegado a encontrar más de 250 virus diferentes en distintas especies de murciélagos). Es cierto que en el sureste asiático localizamos zonas de alta concentración de estos animales, hecho que no sucede en la mayor parte de Europa. Y desde una perspectiva cultural estos animales forman parte en ocasiones incluso de la dieta, lo que podría haber facilitado la eventual transmisión de virus a personas; no obstante, ello es aún un dato muy especulativo sin contrastar.

El salto de un virus de una especie animal a otra debe enfocarse desde una perspectiva multifactorial. Para que se de este fenómeno a partir de un murciélago, por ejemplo, la hipótesis más probable es que exista un huésped intermediario: un animal doméstico o salvaje que haya facilitado el salto inter-especie. Estos saltos de especie se dan continuamente en la naturaleza, como ha sido el caso para el SARS-CoV y el MERS-CoV, a pesar de que haya que contemplar también el papel que juegan hábitos personales, culturales, cambio climático, etc. Otro aspecto que se desconoce es cuándo se ha producido este salto, cuándo han sucedido las mutaciones desde el virus inicial del murciélago hasta el virus que ahora afecta a las personas.

En un primer estudio publicado en la revista F1000Research, en el que ha participado el equipo experto en coronavirus zoonóticos del IRTA-CReSA, se ha sugerido que las civetas, popularmente conocidas como jineta o gato almizclero, y los pollos, podrían ser posibles huéspedes intermediarios del virus. Sin embargo, esta es una predicción muy inicial que habrá que confirmar a través de futuros estudios epidemiológicos y experimentales. Tampoco se sabe cuáles son los condicionantes para que haya habido el paso del murciélago a otra especie intermediaria y después, a las personas. Se ha especulado mucho sobre la cantidad y diversidad de animales que había en el mercado de Wuhan, pero no sabemos si el brote se originó allí o fueron personas ya infectadas que acudieron en aquel lugar e iniciaron el brote. Se necesitan realizar estudios retrospectivos para saber si este virus ya circulaba desde hacía tiempo, y los estudios más preliminares indican que probablemente es así. En el caso del MERS-CoV, por ejemplo, se demostró que existía un virus similar en los dromedarios varias décadas atrás.

En general, los coronavirus causantes del SARS, MERS y COVID-19 se transmiten por vía aérea y afectan al tracto respiratorio, principalmente a los pulmones. Los principales síntomas de la enfermedad son similares a los de una gripe, con fiebre, tos, mucosidad, dolor y malestar general y problemas respiratorios que pueden ir de leves a graves. También se han dado casos asintomáticos y los casos de muerte han coincidido, la mayoría, con ancianos (personas mayores de 60 años) o personas con previas complicaciones médicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc. Acceso a la página de la OMS sobre información y consejos en este enlace.

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