El artículo "Characteristics, Nutritional Recommendations, and Medical Interventions of 58 Dogs With Protein-Losing Enteropathy Presenting to a Veterinary Nutrition Service", publicado en la revista Journal of Veterinary Internal Medicine, señala que la administración de dietas caseras cocinadas ayuda al manejo de las enteropatías perdedoras de proteínas en perros que no respondían a dietas comerciales. Las dietas más comunes formuladas por nutrólogos veterinarios son aquellas que contienen niveles ultrabajos de grasa, destacando también el papel de la incorporación de nuevas fuentes de proteína a la ración.

Las enteropatías perdedoras de proteínas conforman una patología que se caracteriza por la pérdida de proteína a través del intestino debido a linfangiectasia (obstrucción linfática), inflamación o congestión intestinal, hipoplasia linfática intestinal o una mayor permeabilidad vascular.

Las causas más comunes en perros son la linfangiectasia y la enteropatía inflamatoria crónica. La pérdida de proteínas por linfangiectasia suele tratarse mediante el empleo de dietas con bajos niveles de grasa, lo que reduce el volumen linfático. A su vez, la pérdida de proteínas debida a inflamación del intestino suele remitir con la administración de dietas con nuevas fuentes de proteína o proteína hidrolizada, lo que reduce la estimulación antigénica de la mucosa entérica.

No obstante, la gama de dietas comerciales con esta composición es reducida y algunos de estos pacientes pueden necesitar de formulaciones más específicas. Por ello, el objetivo del estudio es evaluar las dietas caseras cocinadas recomendadas y su eficacia en perros con enteropatías perdedoras de proteínas remitidos al servicio de nutrición veterinaria.

Aumento en la condición corporal

La edad media de los perros que forman parte del estudio fue de 7,8 años, siendo la raza más prevalente los Yorkshire terriers, debido a que se trata de una raza predispuesta a sufrir de linfangiectasia. Asimismo, el tiempo medio desde el diagnóstico de la enteropatía perdedora de proteínas y la primera consulta de nutrición fue de unos tres meses.

Previamente, ninguno de los pacientes había recibido mediación inmunosupresora y la mayoría de ellos (58%) recibía dietas bajas en grasa (tanto caseras como comerciales), lo que indica que la principal causa de la pérdida de proteínas era de origen linfático. Además, ninguno había respondido al cambio de dieta y seguía presentando signos clínicos (vómitos, diarrea, pérdida de peso, disminución del apetito, etc.).

Tras la consulta de nutrición, el 90% de los perros del estudio fueron recomendados con dietas caseras cocinadas con niveles ultrabajos en grasa (en torno a 16 g/Mcal). Además, en el 73% de los casos, también se recomendó la inclusión de nuevas fuentes de proteína o proteína hidrolizada. Por tanto, el 48% de los perros recibían una dieta ultrabaja en grasa con proteína novel.

La duración del estudio fue de en torno a 12 meses. Pasado este periodo, todos los perros mostraron mejorías en el cuadro clínico y un aumento en la condición corporal. Todos los pacientes, a excepción de tres de ellos, mantuvieron la dieta inicial durante todos los meses de estudio. Además, el tiempo de supervivencia medio registrado fue de 1661 días, superior a lo observado en estudios previos.

En conclusión, los autores señalan que la administración de dietas caseras con niveles ultrabajos en grasa ayudan a la mejoría de los pacientes con enteropatías perdedoras de proteínas, especialmente cuando la causa es de origen linfático. Así, las dietas caseras, siempre que sean bien formuladas, se adaptan a las necesidades de los pacientes y los tutores, permitiendo un mayor éxito en este tipo de patologías.