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Veterinarios de todo el mundo coinciden en que, durante las últimas décadas, el sobrepeso y la obesidad en perros y gatos se han convertido en problemas generalizados que afectan gravemente la salud de las mascotas. A menudo subestimado o confundido con una consecuencia de muestras de afecto, el exceso de ...
Veterinarios de todo el mundo coinciden en que, durante las últimas décadas, el sobrepeso y la obesidad en perros y gatos se han convertido en problemas generalizados que afectan gravemente la salud de las mascotas. A menudo subestimado o confundido con una consecuencia de muestras de afecto, el exceso de peso conlleva serias consecuencias médicas y acorta la esperanza de vida de los animales de compañía. Mantener un peso saludable no es solo una cuestión estética, sino una necesidad que incide directamente en la calidad de vida, el estado físico y la longevidad de las mascotas.
Según indican los informes de la FEDIAF (Federación Europea de la Industria de Alimentos para Mascotas, por sus siglas en inglés), el sobrepeso en animales domésticos no es una condición temporal. En el caso de los perros, reduce su movilidad, genera dolor articular y puede llegar a reducir su esperanza de vida en hasta dos años. A su vez, complica tanto la atención clínica rutinaria como los procedimientos quirúrgicos, incrementando los riesgos durante la anestesia y afectando la recuperación posoperatoria. Estos mismos problemas se presentan en los gatos, quienes además pueden ver limitada su capacidad natural de acicalarse, un comportamiento clave para su bienestar emocional y físico. En ambas especies, el sobrepeso está fuertemente vinculado con enfermedades graves como diabetes mellitus, pancreatitis, problemas cardíacos y respiratorios, trastornos ortopédicos, enfermedades dermatológicas y ciertos tipos de cáncer.
Más allá de los kilos
Uno de los errores más comunes que cometen los propietarios de las mascotas es asumir que el peso, medido en kilogramos, es suficiente para evaluar el estado de salud. Sin embargo, el peso corporal ideal es un rango que depende de múltiples factores, entre ellos la raza, el sexo, la edad, la estructura corporal y el nivel de actividad física.
Para valorar con precisión si un perro o gato se encuentra dentro de un rango saludable, los veterinarios utilizan el sistema de puntuación de condición corporal o BCS (por sus siglas en inglés). El sistema evalúa la forma y la proporción del cuerpo, observando la acumulación de grasa y la musculatura, y establece una escala del uno al nueve donde los valores centrales, entre cuatro y cinco en perros, y cinco en gatos, representan el estado óptimo.
Un animal con una puntuación inferior a ese rango se considera por debajo de su peso ideal y podría requerir una alimentación más calórica o médica. Si la puntuación es igual o superior a seis, se trata de sobrepeso, y si alcanza valores de ocho o nueve, se considera obesidad.
Aunque pesar regularmente a la mascota puede ayudar a identificar cambios tempranos, este método por sí solo no distingue entre grasa y masa muscular, por lo que se recomienda complementar el control del peso con la evaluación del BCS, idealmente realizada por un veterinario con experiencia.
¿Qué provoca el aumento de peso?
El sobrepeso en perros y gatos no es simplemente el resultado de una alimentación excesiva. Diversos factores biológicos y conductuales intervienen en este desequilibrio energético. En cuanto al gasto calórico, la esterilización es uno de los elementos más influyentes, ya que modifica los niveles hormonales y reduce la sensación de saciedad. En consecuencia, el animal suele consumir más alimento del necesario.
Asimismo, se ha observado que el sexo del animal juega un papel importante porque las hembras, así como los machos castrados, tienen un mayor riesgo de desarrollar sobrepeso. La edad avanzada contribuye a una menor actividad física, lo que reduce el gasto energético y obliga a ajustar la dieta conforme el animal envejece.
El historial corporal también es determinante. Los animales que ya fueron obesos en algún momento tienen una alta probabilidad de volver a ganar peso si no se realiza un seguimiento adecuado. A nivel de comportamiento, los labradores en perros y los British Shorthair o Maine Coon en gatos son razas especialmente predispuestas a acumular grasa corporal. Por otro lado, el tipo de dieta que reciben influye en el consumo. Los alimentos poco saciantes o con baja proporción de fibra y proteínas pueden llevar al animal a comer más de lo debido. A su vez, en gatos se ha detectado que el tamaño de las porciones puede afectar la velocidad de ingesta, provocando una sensación de saciedad tardía si se comen muy rápidamente.
Prevenir desde edades tempranas
Una de las principales recomendaciones de los especialistas es comenzar a evaluar el peso y la condición corporal del animal desde edades tempranas. Alimentar en exceso a un cachorro o gatito puede inducir un desarrollo acelerado que predispone a la obesidad crónica a lo largo de toda su vida. Dado que observar diariamente a la mascota dificulta la percepción de pequeños cambios, se aconseja realizar controles mensuales de peso con una báscula precisa. Combinados con una evaluación del BCS, permiten detectar alteraciones antes de que se conviertan en un problema mayor, facilitando ajustes simples en la dieta o el nivel de actividad.
Este tipo de vigilancia debe reforzarse en momentos clave, como después de la esterilización o durante cambios en la etapa de vida del animal. De esta forma, en perros adultos o gatos sénior suele ser necesario reducir las porciones, ya que el metabolismo y el nivel de actividad disminuyen. No hacer estos ajustes puede provocar un aumento de peso progresivo que pase desapercibido hasta que se manifieste en forma de enfermedad.
Alimentación precisa y moderada
Una de las estrategias más efectivas para prevenir el sobrepeso es el manejo responsable y preciso de la alimentación. Contrario a la creencia popular, no es recomendable dejar alimento disponible de forma libre (ad libitum), especialmente en animales con tendencia a engordar. Por lo tanto, lo más adecuado es alimentar dos veces al día y medir las raciones con báscula, no con tazas o medidas aproximadas. También se aconseja limitar el uso de premios y sobras de comida, que no deben superar el 10 % del requerimiento calórico diario del animal.
En este sentido, resulta fundamental tomar conciencia del impacto calórico de pequeños bocados. Por ejemplo, en un perro de 10 kilogramos, el 10 % de sus calorías representaría apenas 53 kcal, que fácilmente se superan con una galleta, un trozo de jamón o una cucharada de yogur. Para mantener la satisfacción sin exceder el límite calórico, se pueden usar vegetales cocidos bajos en calorías como calabacín, judías verdes o zanahorias. Igualmente, parte de la ración diaria del alimento principal podría reservarse para ser ofrecida como premio.
Otro método recomendado es el enriquecimiento alimentario, que consiste en ofrecer el alimento de manera que estimule física y mentalmente al animal. Mediante juguetes dispensadores, escondites de comida, o simplemente involucrándose en juegos durante el momento de la alimentación, ayuda a reducir el ritmo de ingesta y contribuye a un mayor bienestar general.
Manejar el sobrepeso
Un animal con un BCS de 6 o más debe iniciar un programa de pérdida de peso supervisado por un veterinario. La estrategia no consiste en darle menos de lo mismo, ya que reducir drásticamente la cantidad de alimento habitual puede provocar deficiencias nutricionales. La opción ideal es optar por dietas terapéuticas formuladas específicamente para pérdida de peso, que contienen más fibra y proteínas para mantener la saciedad y preservar la masa muscular, a la vez que reducen el contenido calórico.
El seguimiento debe ser regular, ajustando la dieta y monitoreando tanto el peso como el BCS de forma mensual. A medida que el animal se aproxima a su peso ideal, la pérdida se vuelve más sencilla y sostenible. También es importante incrementar la actividad física de manera progresiva, respetando siempre las limitaciones del animal y evitando el ejercicio extenuante si existen problemas articulares u otros factores de riesgo.
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