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El informe "La contribución de la profesión veterinaria a la preparación frente a pandemias", presentado por la Federación de Veterinarios de Europa (FVE), que representa a más de 330.000 veterinarios de cerca de 40 países europeos, quiere poner de relieve el papel de los profesionales veterinarios y sus continuas contribuciones ...
El informe "La contribución de la profesión veterinaria a la preparación frente a pandemias", presentado por la Federación de Veterinarios de Europa (FVE), que representa a más de 330.000 veterinarios de cerca de 40 países europeos, quiere poner de relieve el papel de los profesionales veterinarios y sus continuas contribuciones en la prevención y control de enfermedades animales y zoonóticas. Porque, tal y como manifiestan desde la Federación, lo que se busca con este documento es que sirva de llamamiento a la acción para que los responsables políticos reconozcan la experiencia veterinaria en el enfoque One Health (una sola salud). Además de ofrecer diversas recomendaciones para la preparación ante futuras pandemias.
La profesión veterinaria ha sido pionera, durante décadas, en el enfoque One Health, sobre todo por su conocimiento y experiencia en la prevención, gestión y control de brotes de enfermedades animales y zoonóticas. En este sentido, a través del concepto Salud Pública Veterinaria, los veterinarios han desempeñado un rol fundamental en la lucha contra epidemias y pandemias, pasadas y presentes, contribuyendo en múltiples ámbitos. De igual manera, independientemente de su área de trabajo, estos profesionales han adoptado un enfoque holístico para la prevención de enfermedades, implementando medidas de bioseguridad esenciales, tales como cuarentenas, higiene estricta, uso de equipos de protección individual, protocolos de desinfección y control de accesos a instalaciones. Estas estrategias se aplican tanto a pequeña escala-con mecanismos de compartimentación y zonificación-como a gran escala, mediante el control de movimientos animales y el comercio internacional. Porque, sin duda, uno de los pilares de la profesión veterinaria es la planificación y ejecución de programas de vacunación masiva, diseñados para enfermedades y poblaciones específicas, que tienen en cuenta aspectos clave como la eficacia, la cobertura o la duración de la inmunidad. Mientras que, por otro lado, los veterinarios desempeñan un papel crítico en epidemiología y detección de enfermedades, asesorando sobre estrategias de prevención y control, reforzando los sistemas de monitoreo y vigilancia, investigando brotes, utilizando herramientas diagnósticas de vanguardia, así como optimizando la preparación y respuesta a nivel local, nacional y global. De tal manera que su colaboración con agencias gubernamentales, organizaciones internacionales, institutos de investigación, la industria y la sociedad es esenciapara llevar a cabo respuestas eficaces, promover la educación y difundir información veraz.
Por su parte, en el contexto de la creciente amenaza de enfermedades emergentes, la FVE destaca la importancia de reforzar el enfoque One Health mediante una serie de recomendaciones clave. Entre ellas, el reconocimiento del papel veterinario en la gestión de pandemias, por lo que hacen un llamamiento para que el tratado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre preparación y respuesta ante pandemias reconozca la experiencia y servicios veterinarios como un bien público esencial para la salud global. Asimismo, destacan la necesidad de una planificación estratégica para anticipar y abordar futuras pandemias. La FVE recomienda implementar planes de contingencia bien estructurados, dotados de los recursos necesarios y fundamentados en un enfoque basado en riesgos, alineados con las recomendaciones de la Comisión Regional para Europa de la Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH). Y, por último, la aplicación de un enfoque One Health, es decir, la integración de profesionales de diferentes disciplinas para llevar a cabo una gestión eficaz de las crisis sanitarias. Aquí la FVE apuesta por la colaboración holística e intersecorial entre veterinarios, médicos y expertos ambientales, en consonancia con el Plan de Acción Conjunto One Health promovido por las Organizaciones del Cuadripartito.
Prevención y comunicación
Los veterinarios desempeñan un papel clave en la aplicación de buenas prácticas en lo que a prevención, detección, gestión y control de enfermedades en animales de granja, fauna silvestre y animales de compañía se refiere. Además de promover sistemas sostenibles para una producción de alimentos segura. La integración de la experiencia veterinaria en grupos de trabajo multidisciplinares centralizados puede reforzar, según FEV, la capacidad para vigilar y gestionar brotes de enfermedades a nivel regional (epidémico) y global (pandémico). Un trabajo que se antoja esencial para una respuesta global y social frente a enfermedades infecciosas emergentes que afectan tanto a animales como a seres humanos. De ahí que la visión de futuro del enfoque One Health se base en prevenir (la FVE resalta la necesidad de aprovechar la experiencia veterinaria en epidemiología y planificación de contingencias para fortalecer la prevención de enfermedades); responder (pues la gestión efectiva de enfermedades emergentes requiere el uso de tecnologías de diagnóstico altamente sensibles y específicas, junto con sistemas avanzados de intercambio de datos), y comunicar (con estrategias de información para la cooperación pública y la inversión en recursos humanos, tecnológicos y financieros con el objetivo de implementar medidas preventivas y de respuesta).
Como destacan desde la FEV, la consolidación de un enfoque One Health fortalecerá la resiliencia sanitaria global, permitiendo una preparación y respuesta más eficaz ante futuras crisis epidemiológicas. Sobre todo, porque nuestro planeta está ahora más poblado, interconectado a nivel global y se enfrenta a desafíos sin precedentes derivados del cambio climático, como sequías, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos, además de crisis geopolíticas. Unos factores que aceleran y facilitan la propagación mundial de patógenos animales y zoonóticos, lo que incrementa el riesgo de aparición de nuevas enfermedades. De hecho, se estima que el 60% de las enfermedades humanas emergentes son zoonóticas, es decir, surgen de transmisión entre especies, del aumento del contacto entre humanos y animales, así como del consumo y uso de productos o subproductos de origen animal.
Tras la pandemia de COVID-19, los profesionales de la salud humana, animal y medioambiental intensificaron sus esfuerzos para fortalecer la preparación global ante futuras amenazas infecciosas. Lo que ha derivado en una mayor coordinación en ámbitos esenciales como la educación, la investigación, la innovación, el diagnóstico, las intervenciones sanitarias y la comunicación, tanto a nivel nacional como internacional.
En este contexto, en 2021 los 194 países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrollaron un nuevo tratado sobre preparación y respuesta ante pandemias, con el objetivo de proteger y fortalecer la resiliencia de comunidades, gobiernos y sectores clave de la sociedad. Sin embargo, desde la FVE se advierte que el enfoque One Health y la contribución de los profesionales veterinarios deben recibir un mayor reconocimiento para garantizar una respuesta integral a futuras crisis sanitarias. La armonización de las medidas de sanidad animal y bioseguridad en Europa ha impulsado un enfoque holístico para el control de enfermedades, en el que los veterinarios desempeñan un papel clave al abordar la interconexión entre la salud humana, animal y medioambiental. Por ello, conscientes de que las enfermedades no respetan fronteras, los profesionales veterinarios implementan medidas preventivas en el origen, priorizando la detección temprana a través de sistemas avanzados de monitorización y vigilancia. Estos sistemas permiten una respuesta eficaz frente a posibles amenazas sanitarias. La aplicación del conjunto de herramientas veterinarias en la prevención, detección temprana, gestión y control de enfermedades, así como en la planificación de contingencias, se rige por los principios del enfoque One Health, promoviendo una estrategia coordinada y multidisciplinaria para garantizar la salud pública a escala global.
De ahí que la contribución de la profesión veterinaria a la preparación frente a pandemias se estructure en cuatro pilares fundamentales. El primero de ellos es la prevención de enfermedades, un proceso complejo donde la elección del enfoque más adecuado depende de múltiples factores. Tales como la naturaleza del patógeno, su carga y virulencia, el espectro de especies hospedadoras, la edad y el estado inmunológico de los animales, así como la densidad poblacional y la frecuencia de contacto entre ellos. En este contexto, medidas clave como la bioseguridad y la vacunación juegan un papel esencial en la mitigación de riesgos sanitarios. Sobre todo, porque la experiencia de los veterinarios en la contención de enfermedades en instalaciones infectadas resulta crucial para minimizar la aparición de nuevos brotes y evitar su propagación a explotaciones vecinas. Mediante una combinación de medidas preventivas y estrategias de intervención temprana, el enfoque veterinario se posiciona como un eje fundamental para la protección de la sanidad animal y, por extensión, de la salud pública.
Intervenir con rapidez
Debido a la diversidad de especies objetivo, la vacunación ofrece un conocimiento amplio y esencial para el diseño de vacunas contra patógenos específicos. Tanto es así que, antes de que la comunidad científica mundial tuviera la necesidad de desarrollar una vacuna contra el coronavirus en humanos, el ámbito veterinario ya había logrado avances significativos en la creación de vacunas contra distintos coronavirus animales. Un precedente que reafirma la efectividad de estrategias preventivas aplicadas en distintos contextos para el control de enfermedades infecciosas. Los veterinarios tienen una amplia experiencia en la administración masiva de vacunas. Y no solo usando vías tradicionales como la intramuscular, subcutánea e intranasal. En la actualidad se está investigando el potencial de la vacunación oral, puesto que ha demostrado su eficacia en campañas como la inmunización masiva contra la rabia en poblaciones de zorros, resaltando la importancia de abordar la protección desde un enfoque inter-especies. Asimismo, otro pilar fundamental de la experiencia veterinaria es la gestión poblacional en la inmunización. Entre sus estrategias se encuentra el aprovechamiento de la inmunidad pasiva, lograda mediante la vacunación de madres para transmitir la protección a sus crías a través del calostro. Por otro lado, el desarrollo de la inmunidad del rebaño permite controlar la propagación de enfermedades más allá de la protección individual, favoreciendo la estabilidad sanitaria en diferentes especies.
El segundo pilar tiene que ver con la alerta temprana, la monitorización, la vigilancia epidemiológica y la identificación temprana de zoonosis y otras enfermedades con potencial pandémico, para su posible prevención, donde el papel de la profesión veterinaria es esencial. Gracias a una supervisión constante, los veterinarios rastrean el tránsito de agentes infecciosos, como la gripe aviar de alta patogenicidad (HPAI), desde sus hospedadores iniciales hasta otros animales y humanos, así como para la detección temprana de epizootias, especialmente a nivel de granjas y explotaciones ganaderas, lo que permite una intervención rápida antes de que puedan propagarse. De tal manera que su experiencia clínica, junto con el uso de herramientas diagnósticas avanzadas, les permite proteger tanto a los animales como a las personas. Además, reconocer el trabajo constante de los veterinarios fuera de los períodos de emergencia es fundamental para consolidar estrategias de prevención. En este contexto, el enfoque One Health resulta indispensable, ya que fomenta la interacción efectiva entre salud humana, animal y medioambiental para garantizar sistemas de vigilancia más robustos y eficaces. Gracias a que los veterinarios poseen las competencias necesarias para interpretar los resultados de una amplia gama de pruebas diagnósticas.
Esto incluye análisis genómicos, como la secuenciación masiva de alto rendimiento, además de técnicas más "tradicionales", como las pruebas serológicas, histopatológicas y moleculares. Todo ello, sin olvidarnos del papel fundamental que juegan los veterinarios en la investigación biomédica, garantizando el trato ético y el bienestar de los animales de laboratorio, especialmente durante el aumento de estudios experimentales que suele acompañar a las pandemias. En línea con el enfoque de las 3R (Reemplazar, Reducir y Refinar), la profesión veterinaria también está comprometida con la inversión en métodos alternativos que sustituyan, minimicen y mejoren el uso de animales para la investigación. Unas alternativas que mejorarían la eficiencia de la investigación, aparte de proteger el bienestar animal, impulsar la innovación biomédica y reforzar la preparación frente a futuros desafíos sanitarios.
Educación y sensibilización
La tercera vía de la contribución de la profesión veterinaria a la preparación frente a pandemias tiene que ver con su amplio conocimiento respecto al control de la propagación de enfermedades infecciosas. A lo largo del tiempo, los veterinarios han desarrollado modelos epidemiológicos, programas de control y estrategias de erradicación basadas en la dinámica espacio-temporal de los brotes, permitiendo mitigar su impacto y proteger la salud pública. Un denodado esfuerzo que solo ha permitido, hasta la fecha, erradicar dos enfermedades a nivel mundial: la viruela humana y la peste bovina. En este último caso, un esfuerzo coordinado que incluyó diagnóstico avanzado, vacunación masiva y cooperación internacional permitió que la ONU y la OMS declararan la erradicación de la enfermedad en 2011, marcando uno de los mayores logros veterinarios de la historia. Sin embargo, con una coordinación eficiente y una inversión sostenida, se estima que otras enfermedades clave podrían ser eliminadas. Por ejemplo, la rabia canina y la peste de los pequeños rumiantes, unas patologías cuya erradicación sería muy factible si se implementaran estrategias globales integradas.
De igual manera, en lo que respecta a la planificación de contingencias y la continuidad operativa durante las pandemias, el papel de la veterinaria es esencial en tiempos de crisis, tal y como se demostró durante el COVID-19. Esta pandemia global puso de manifiesto la versatilidad de estos profesionales, que ayudaron a la toma de muestras diagnósticas, el rastreo de casos y contactos, e, incluso, en la administración de vacunas a humanos. Todo esto, mientras continuaban proporcionando atención veterinaria y aseguraban servicios esenciales para la salud animal y la salud pública. Porque su labor va más allá del cuidado y bienestar de los animales. Los veterinarios también desempeñan un papel crucial en la seguridad alimentaria. A través de un riguroso control sanitario garantizan que solo animales sanos y sus productos formen parte de la cadena de suministro, asegurando la inocuidad alimentaria. Por todo ello, y para reconocer su importancia, los servicios veterinarios fueron declarados esenciales durante la pandemia.
Pero para que esta labor continúe siendo efectiva, es imprescindible asegurar recursos humanos y financieros adecuados. En este sentido, diversos informes como el de la FVE han alertado sobre la escasez de profesionales en el sector, subrayando la necesidad urgente de abordar estas carencias. Tales como garantizar un acceso amplio y equitativo a los servicios veterinarios, tanto en zonas rurales como urbanas, con el objetivo de extender los beneficios de la salud animal a toda la sociedad; y fortalecer y preservar los altos estándares europeos en bienestar animal, lo cual permitirá que los veterinarios, junto con otros profesionales sanitarios, desempeñen un papel aún más eficaz en la protección de la salud pública, reforzando la resiliencia de las comunidades frente a futuras crisis sanitarias.
Por último, el cuarto pilar tiene que ver con la implementación operativa del enfoque One Health. Cabe destacar que la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental refuerza la relevancia de este enfoque, basado en el principio de que "prevenir es mejor que curar". Y dado que la mayoría de las enfermedades emergentes en humanos tienen un origen zoonótico, resulta fundamental adoptar un enfoque integrado, intersectorial y transdisciplinario. La clave está en fortalecer la comunicación, la cooperación internacional y las redes entre profesionales de la salud animal, humana y medioambiental, optimizando la capacidad de respuesta ante pandemias y emergencias sanitarias. Fundamentalmente, porque un uso más eficiente de los recursos ha permitido impulsar la innovación en el control de patologías, mientras que la promoción de una gestión sostenible de los ecosistemas ha generado beneficios compartidos. Entre ellos, la reducción de la frecuencia y gravedad de las pandemias, una mayor seguridad sanitaria global y el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria. Estos avances no solo protegen la biodiversidad, sino que, en última instancia, salvan vidas y refuerzan la estabilidad sanitaria a nivel mundial.
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