Una nueva investigación del Royal Veterinary College (RVC) ha arrojado luz sobre cómo viven los niños y cuidadores la experiencia de tener un cachorro. El estudio revela que, a pesar de las muchas recompensas, más de un tercio de las familias encontró que criar a un cachorro fue más difícil ...
Una nueva investigación del Royal Veterinary College (RVC) ha arrojado luz sobre cómo viven los niños y cuidadores la experiencia de tener un cachorro. El estudio revela que, a pesar de las muchas recompensas, más de un tercio de las familias encontró que criar a un cachorro fue más difícil de lo esperado. Entre los retos más comunes estuvieron el manejo del comportamiento del cachorro y la distribución desigual de las responsabilidades entre los miembros de la familia.
El aumento en la tenencia de cachorros durante la pandemia de COVID-19 estuvo motivado, en parte, por familias que buscaban mejorar su salud mental y bienestar. Sin embargo, este estudio pone de manifiesto que llevar un cachorro a casa no siempre ofrece los beneficios consistentes que muchas familias esperan. Por el contrario, los resultados varían ampliamente: algunas familias reportaron estrés y expectativas no cumplidas, hasta el punto de plantearse dar en adopción a su cachorro.
Los hallazgos subrayan la importancia de que todos los miembros del hogar participen en la investigación y comprensión de la realidad de los cuidados y responsabilidades antes de adquirir un cachorro. Asimismo, destacan la desconexión frecuente entre las motivaciones para comprar un perro y la realidad de criarlo.
El estudio, financiado por la Society for Companion Animal Studies (SCAS) y enmarcado en el programa de investigación sobre Pandemic Puppies del RVC, analizó las interacciones entre cachorros, niños y cuidadores en hogares del Reino Unido. A diferencia de la mayoría de estudios previos, centrados en la relación "dueño-perro", este proyecto recogió la visión de 382 cuidadores adultos y 216 niños (de 8 a 17 años) que convivían en el mismo hogar.
La encuesta en línea analizó las opiniones de quienes adquirieron cachorros antes y durante la pandemia. Los resultados mostraron que, aunque los perros suelen aportar alegría, consuelo y compañía a los niños, las familias también pueden enfrentarse a dificultades al manejar el comportamiento del cachorro, establecer límites seguros en las interacciones niño-perro y negociar las responsabilidades de cuidado, que recaen con frecuencia en la madre.
Entre los hallazgos principales destacan:
Los cachorros fueron una fuente de consuelo, compañía y apoyo emocional para muchos niños, quienes a menudo describían a los perros como "mejores amigos".
Las interacciones físicas cercanas -como abrazar o acurrucarse- eran muy valoradas por los niños, pero pueden aumentar el riesgo de mordeduras si los perros se sienten estresados o sobrepasados, llegando a usar la agresión para escapar del contacto.
Más de un tercio de los cuidadores (37,3 %) encontró que convivir con un cachorro era más difícil de lo esperado.
Los dueños primerizos tenían más probabilidades de reportar problemas en las interacciones entre cachorros y niños.
Los adultos cargaban con la mayor parte de las responsabilidades de cuidado, siendo muchas madres quienes señalaban que el peso mental de compaginar el cuidado del perro con el de los hijos era mayor de lo anticipado, generando sensación de agobio por las demandas concurrentes.
Las expectativas sobre la participación de los niños en el cuidado no siempre se cumplían: uno de cada cinco cuidadores (21,1 %) dijo que su hijo asumía menos responsabilidad de la esperada, lo que les generaba frustración o estrés.
Comportamientos problemáticos como mordisqueos, saltos o juegos no deseados a veces tensaban las relaciones, y casi la mitad (47,1 %) de quienes consideraron dar en adopción a su perro citaron problemas de comportamiento como la causa.
Se espera que estos resultados contribuyan al desarrollo de guías más enfocadas en la familia para los nuevos dueños de perros: interacciones seguras entre niños y perros, reparto justo de responsabilidades y preparación para los desafíos de la etapa de cachorro. También recalca la importancia de considerar la carga mental, a menudo femenina, en los hogares donde las mujeres son las principales cuidadoras tanto de los hijos como de los perros.
La Dra. Rowena Packer, profesora titular de Comportamiento y Bienestar de Animales de Compañía en el RVC y autora principal del estudio, señaló:
"Nuestro estudio muestra que los niños pequeños suelen interactuar con los perros de maneras que aumentan el riesgo de mordeduras, como abrazarlos o acurrucarse con ellos. Los niños tienden a buscar a sus perros cuando están tristes, aburridos o solos, lo que provoca un contacto muy cercano que algunos perros encuentran estresante. En esos momentos, los perros pueden reaccionar de forma defensiva, a veces gruñendo o mordiendo para escapar de la situación.
Sabemos que los padres tienen mucho que atender, y que sus hijos disfrutan genuinamente de la cercanía física con sus perros, pero no podemos esperar que los niños sepan cómo interactuar de forma segura o interpretar el lenguaje corporal canino sin ayuda. Animamos a padres y cuidadores a aprender, junto a sus hijos, sobre interacciones seguras con perros, a establecer límites claros y a supervisar de cerca estas interacciones para proteger tanto a los niños como a las mascotas."
Por su parte, la Dra. Zoe Belshaw, especialista veterinaria y primera autora del estudio, comentó:
"Las familias suelen ver a un nuevo cachorro como una fuente de alegría, compañía y diversión. Sin embargo, detrás de esa emoción hay mucho trabajo para integrarlo con éxito en el hogar y satisfacer sus necesidades durante muchos años.
Nuestra investigación identificó que la responsabilidad del cuidado recae principalmente en las madres. El entusiasmo inicial de los niños por cuidar de un cachorro suele desaparecer, lo que hace que asuman menos responsabilidad de la que los padres habían anticipado. Las madres participantes describieron sentirse desbordadas al intentar conciliar las demandas de su perro, su familia y sus compromisos laborales. Esta situación fue especialmente intensa durante la etapa de cachorro, cuando conductas como saltar o mordisquear podían asustar inesperadamente a los niños pequeños. El estudio identifica el cuidado de los perros como una forma significativa y poco reconocida del trabajo femenino."