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El Haemonchus contortus, conocido como "gusano de barber pole", es uno de los parásitos más dañinos para el ganado ovino y caprino a nivel mundial. Este nematodo se adhiere al estómago de los animales y se alimenta de su sangre, provocando anemia severa, hinchazón y, en los casos más graves, ...
El Haemonchus contortus, conocido como "gusano de barber pole", es uno de los parásitos más dañinos para el ganado ovino y caprino a nivel mundial. Este nematodo se adhiere al estómago de los animales y se alimenta de su sangre, provocando anemia severa, hinchazón y, en los casos más graves, la muerte. Su impacto no es solo sanitario, sino también económico: en regiones de clima cálido, donde la parasitosis es más común, constituye una de las principales causas de pérdidas para los ganaderos.
Durante años, la única forma de obtener vacunas contra este parásito ha sido un proceso complejo y poco ético: recolectar los gusanos directamente de los estómagos de ovejas sacrificadas. Además de ser un procedimiento costoso y limitado, no resulta sostenible a gran escala.
Un equipo internacional de investigadores ha desarrollado un método innovador que podría cambiar esta realidad. La técnica consiste en emplear células de insectos para producir las proteínas protectoras del gusano, que actúan como antígenos y entrenan al sistema inmunitario del animal. De esta forma, el organismo reconoce al parásito y genera anticuerpos antes de que pueda causar daño.
En un segundo estudio, los científicos probaron la eficacia de la vacuna en ovejas. Los resultados fueron muy alentadores: el tratamiento no solo limitó la capacidad del parásito para establecerse en el animal, sino que también redujo drásticamente la cantidad de huevos liberados en las heces, disminuyendo así la contaminación de los pastos y cortando el ciclo de transmisión.
Esto implica que, a largo plazo, la vacuna podría convertirse en una herramienta clave para proteger rebaños enteros y mejorar la productividad de las explotaciones ganaderas, reduciendo la dependencia de los fármacos antiparasitarios tradicionales, frente a los cuales los gusanos muestran cada vez mayor resistencia.
Además de su eficacia, la nueva vacuna tiene otra gran ventaja: ya no será necesario sacrificar animales para producirla. Esto hace que el proceso sea más humano, más rápido y más escalable, un aspecto crucial en el contexto de la creciente demanda de alimentos y la necesidad de proteger la salud animal con métodos respetuosos y sostenibles.
El profesor Dirk Werling, del Royal Veterinary College (RVC) y coautor del trabajo, subrayó la relevancia del hallazgo:
"Esta investigación demuestra que es posible crear vacunas incorporando azúcares 'extranjeros', un campo en el que llevamos años trabajando. Ha sido increíble colaborar con colegas de Viena y ver cómo este esfuerzo conjunto se traduce en publicaciones de alto impacto científico. Es una muestra de la importancia del área y de la calidad del trabajo realizado".
Por su parte, las investigadoras Shi Yan y Katharina Lichtmannsperger, de la Universidad Veterinaria de Viena y autoras principales, señalaron que este es un paso decisivo hacia un futuro con vacunas recombinantes contra parásitos gastrointestinales de gran relevancia económica, no solo en ovejas, sino en múltiples especies.