El artículo "Prevalence of spurious parasites identified in feces of dogs and correlation with true canine parasitism", publicado por la revista Veterinary Parasitology, llega a la conclusión de que los perros con parásitos espurios presentes en heces presentan un mayor riesgo de padecer parasitosis verdaderas en el mes siguiente. Por ...
El artículo "Prevalence of spurious parasites identified in feces of dogs and correlation with true canine parasitism", publicado por la revista Veterinary Parasitology, llega a la conclusión de que los perros con parásitos espurios presentes en heces presentan un mayor riesgo de padecer parasitosis verdaderas en el mes siguiente. Por ello, los autores recomiendan un mayor seguimiento de estos perros, mediante análisis coprológicos, con la finalidad de detectar lo antes posible una parasitosis.
Los análisis coprológicos son una de las pruebas laboratoriales más utilizadas en la práctica clínica, ya que facilitan el diagnóstico de parasitosis, tanto a nivel digestivo como en otras localizaciones del organismo. Además, permiten conocer el estado del aparato gastrointestinal mediante la observación de restos de alimentos sin digerir, gotas lipídicas, bacterias o levaduras, lo que también revela si el perro tiene comportamientos de coprofagia, carroña o depredación.
Los parásitos espurios son aquellos que se encuentran en las heces de hospedadores no definitivos, por lo que no afectan a su salud ni requieren de tratamiento. No obstante, su hallazgo indica que el perro ingiere material indeseado, como heces, animales silvestres o restos de cadáveres, lo que puede perjudicar a su salud intestinal.
Patrón estacional
El objetivo de este estudio es evaluar la prevalencia de parásitos espurios en heces de perros domésticos y la correlación existente entre la aparición de parásitos espurios y parasitosis verdaderas.
Los resultados revelaron que Eimeria fue el parásito espurio más común en las heces de perros analizadas. Esto se debe a que se trata de un parásito que afecta a una amplia variedad de animales (mamíferos, aves, reptiles y anfibios), lo que hace que se encuentre muy presente en el medio ambiente. Los autores destacan que los oocistos de Eimeria tiene un gran parecido con los oocistos de Cystoisospora, por lo que es fundamental distinguirlos para no realizar diagnósticos erróneos. Otros parásitos espurios menos frecuentes fueron huevos de estrongílidos no caninos, huevos de Anoplocephalidae y ácaros medioambientales.
Este estudio demuestra que los perros que excretan parásitos espurios corren un mayor riesgo de padecer parasitosis verdaderas. Ello se debe a que las vías de adquisición de parásitos espurios y parásitos verdaderos, como Giardia, Cystoisospora o Trichuris, son muy parecidas (coprofagia, depredación y carroña). Por lo tanto, los investigadores recomiendan realizar análisis coprológicos frecuentes con la finalidad de detectar de forma precoz posibles parasitosis verdaderas.
Los autores también encontraron un patrón estacional en la liberación de parásitos espurios, siendo mayor en primavera y verano. Los animales recién nacidos son más susceptibles a contraer parasitosis, por lo que la liberación de los mismos al medio es mayor en la época de partos, que suele coincidir con la primavera.
Finalmente, se descubrió una mayor prevalencia de parásitos espurios en las heces de cachorros (más susceptibles a las parasitosis y con un mayor comportamiento exploratorio que los adultos) y en las perras no castradas.
En conclusión, los autores afirman que la presencia de parásitos espurios en heces de perros se relaciona con un mayor riesgo de padecer parasitosis verdaderas, por lo que recomiendan realizar análisis coprológicos más frecuentes en estos pacientes. También recalcan la importancia de no confundir los parásitos espurios con parásitos verdaderos para evitar aplicar tratamientos innecesarios.