Comportamiento social felino: cuando la tensión entre ellos se hace insostenible

La tensión entre gatos es una preocupación creciente entre quienes ejercen la medicina veterinaria. Sobre todo, porque las relaciones felinas agonistas son comunes y perjudican el bienestar felino.

27/11/2024

La guía titulada Directrices de la AAFP sobre la tensión entre gatos 2024: pautas de reconocimiento, prevención y tratamiento, de la American Association of Feline Practitioners (AAFP), elaboradas por un Grupo de Trabajo de la AAFP y expertos clínicos en medicina y comportamiento felino, proporciona a los profesionales veterinarios distintas ...

La guía titulada Directrices de la AAFP sobre la tensión entre gatos 2024: pautas de reconocimiento, prevención y tratamiento, de la American Association of Feline Practitioners (AAFP), elaboradas por un Grupo de Trabajo de la AAFP y expertos clínicos en medicina y comportamiento felino, proporciona a los profesionales veterinarios distintas herramientas para abordar, entre otros aspectos, la tensión social entre gatos. La tenencia de gatos ha aumentado a nivel mundial, con un alto porcentaje de hogares en los que reside uno o más gatos. De tal manera que las relaciones felinas agonistas son muy comunes y perjudican tanto el bienestar felino como la convivencia entre los animales, incluso si los signos son muy sutiles y no se aprecian. Por ello, el objetivo de este informe es mejorar el bienestar de los gatos, optimizar su capacidad de aprendizaje y minimizar los riesgos reales asociados con la tensión entre gatos. Porque una gestión eficaz de dicha tensión implica el principio general de las "tres R": gestión de riesgos, restricción del problema y resolución del mismo.

La tensión social o el conflicto entre gatos domésticos es más común de lo que creemos. Pero cuando la tensión asociada al miedo o la ansiedad crónicos conduce a problemas de comportamiento más manifiestos o a enfermedades asociadas al estrés, el problema se agudiza. Por lo que son los profesionales veterinarios los que deben comprender el comportamiento social entre gatos, reconocer la tensión entre ellos, prevenir o minimizar su aparición y gestionar los factores estresantes.

Así, diversos estudios a nivel global han puesto de manifiesto que la tensión entre gatos afecta a entre el 62,2 % y el 87,7 % de los hogares en los que residen varios gatos, es decir, hogares con dos o más gatos. Mientras que otra encuesta sobre relaciones felinas apuntaba a que el 87,7 % de los hogares con varios gatos habían detectado signos de tensión entre sus gatos. Asimismo, el 73,3 % de los encuestados afirmó que los signos de tensión comenzaron con la introducción de un nuevo gato; el 23,6 % informó de cambios graduales en la relación y el 3,1 % observó cambios bruscos de comportamiento.

Una tensión en las relaciones entre gatos que se caracteriza por la escasa tolerancia de unos gatos a otros y la falta de interacciones amistosas entre ellos. Y que pueden ser multifactoriales, con signos que, en ocasiones, pueden ser muy sutiles (como la mirada fija o el bloqueo), o manifestarse más significativamente, con episodios repetidos de conflicto físico, ya sean siseos, lamentos, manotazos, etc. De ahí la importancia de la figura del profesional veterinario, pues al abordar sistemáticamente los casos de tensión entre gatos, dichos profesionales pueden ofrecer consejos prácticos para mejorar o resolver, completamente, la situación.

Vínculos gatunos

Comprender el comportamiento social felino es fundamental para entenderles y solventar situaciones de riesgo. Porque si bien los gatos han estado siempre vinculados a la vida de humanos, siguen siendo animales poco conocidos. Y para ello puede ayudar, y mucho, centrarse en las necesidades específicas de cada gato y no en los mitos y generalidades asociados al comportamiento felino. Por ejemplo, siempre se ha pensado que los gatos son criaturas solitarias, pero no es así. Los gatos domésticos tienen sistemas sociales flexibles y los vínculos sociales entre gatos no son necesariamente esenciales, es decir, los gatos pueden establecer vínculos estrechos con otros gatos, pero no dependen de esas relaciones para sobrevivir. Además, el propio desarrollo, las experiencias vitales y el aprendizaje influyen en el comportamiento de los felinos. Por ello, el comportamiento social altamente individualizado (algunos gatos buscan la interacción social más que otros, algunos prefieren vivir solos y otros como parte de un grupo social), debe tenerse en cuenta a la hora de hacer convivir a varios gatos bajo un mismo techo. Y dado que las agrupaciones domésticas de gatos son elegidas por sus cuidadores, algunos hogares con varios gatos pueden no contar con grupos sociales de individuos (gatos), sino más bien cohabitantes, lo que provocará más tensiones entre los felinos.

Fundamentalmente, porque los grupos sociales felinos se organizan según varios factores, tales como la familiaridad o las afiliaciones. A menudo existe confusión en torno al uso del término "dominancia" en los gatos, de ahí que se piense, erróneamente, que la tensión entre gatos se deba a que pretendan establecer una jerarquía de dominación. Más bien al contrario. La tensión entre gatos en el hogar se produce porque existe competencia entre ellos por recursos o estímulos que amenazan las relaciones sociales dentro del grupo. De ahí la importancia de tener en cuenta el entorno doméstico de los gatos y si la disponibilidad y distribución de recursos está creando algún tipo de tensión entre ellos.

Porque, al contrario de lo que se piensa, los gatos sí crean vínculos, de tal manera que las interacciones sociales pueden ser enriquecedoras para ellos. Tanto es así que muchos gatos prefieren la interacción social humana a otros tipos de recompensa, pues tienen la capacidad de ser muy sociables tanto con humanos como con otros gatos. En este sentido, los dueños deben tener en cuenta que todos los gatos que conviven en el mismo hogar tienen sus necesidades, pero no todos tienen las mismas: algunos requieren más cuidados y atención que otros; otros serán más activos; a unos les gustará un juguete o una comida y a otros, otras cosas totalmente diferentes; un gato puede preferir jugar y otro que le acaricien, etc. De tal manera que se hace indispensable evaluar las necesidades y preferencias de cada gato para lograr el bienestar de todos ellos. Por ese motivo, hay que tener en cuenta que contar con más de un gato en casa puede o no mejorar el bienestar de los gatos. El número de recursos por gato, incluida la comida, las cajas de arena, los juegos y la interacción con sus cuidadores suele disminuir en los hogares con varios gatos en comparación, lo cual aumenta el riesgo de conflictos territoriales y sociales entre ellos. En este punto, las Directrices de la AAFP determinan una serie de aspectos a destacar para tener un entorno felino saludable.

Así, el primer punto subraya la necesidad de proporcionar lugares seguros para cada gato para evitar la competencia por los recursos, algo muy importante para aumentar la sensación de control y seguridad. Los lugares con laterales altos permiten a los gatos esconderse, proporcionando barreras visuales frente a los otros gatos de su grupo social, mientras que el acceso a lugares verticales, como muebles, estanterías para gatos, etc., aumenta el control del gato sobre su entorno.

Otro dato importante es proporcionar múltiples recursos ambientales por separado; es decir, la comida, el agua, áreas de descanso seguras y cajas de arena, que deben contar con barreras visuales y distancia entre cada uno. De hecho, se recomienda que los gatos sean alimentados en lugares separados, lejos de la vista de los demás, incluso si son miembros del mismo grupo social. Asimismo, la comida debe ubicarse lejos del agua y de las cajas de arena.

Estado emocional

Entender el comportamiento social felino es fundamental para crear mejores condiciones de vida para los gatos y, por lo tanto, ayudar a prevenir la tensión entre ellos y maximizar la armonía en el hogar que cuenta con varios gatos. Para ello, otro de los puntos que se destacan en las Directrices de la AAFP es el hecho de proporcionarles oportunidades para que jueguen y muestren su comportamiento depredador, ya sea de manera individualizada o dentro de grupos sociales. Si bien se debe tener en cuenta que el juego social entre gatos disminuye en la edad adulta, mientras que el juego con objetos es importante durante toda la vida.

Así, por ejemplo, el manejo de la alimentación, es decir, cada gato comiendo en un lugar diferente, independientemente de su grupo social, es un componente importante del comportamiento depredador (de caza). Pero los dueños deben vigilar los juegos entre los gatos y evitar este comportamiento depredador (caza) con suficientes juegos interactivos y oportunidades para que el gato juegue por su cuenta.

El cuarto pilar destacable para evitar el conflicto entre los gatos es ofrecer una interacción social positiva, consistente y predecible entre humanos y gatos, así como aprender a interpretar y controlar el lenguaje corporal felino. Y en cuanto a las interacciones sociales, los expertos señalan que es importante no tratar a todos los gatos por igual y se recomienda no interactuar nunca físicamente con gatos que muestren altos niveles de excitación emocionales o que tengan comportamientos que aumenten la distancia. Aquí es donde entra en juego el adiestramiento basado en recompensas para lograr un cambio de comportamiento.

Por último, se aconseja proporcionar un entorno que respete los sentidos felinos (olfato, incluidas las feromonas, oído, vista y tacto), por lo que sí es posible usar feromonas felinas sintéticas en caso de que surgiera algún tipo de tensión o conflicto entre los gatos, ya que pueden mejorar el estado emocional de los gatos, aunque los signos de mejora pueden ser sutiles. Además de ofrecer estímulos sensoriales deseables y evitar estímulos indeseables, tales como olores o ruidos, que puedan causar miedo, ansiedad o frustración en el felino.

La tensión entre gatos puede surgir como resultado de la introducción de un nuevo gato o bien de cambios en una relación entre gatos ya existente. Sobre todo, porque la introducción de un nuevo gato puede causar estrés entorno al espacio personal del gato (o gatos) residente, de tal manera que estos pueden competir por los lugares seguros disponibles, fundamentalmente si son insuficientes o de difícil acceso. Asimismo, un gato nuevo en el hogar puede alterar los equilibrios del juego social y generar patrones de juego no deseados, como, por ejemplo, el juego depredador de un gato hacia otro. Y también es fundamental subrayar que, en este caso, la atención humana es un recurso importante, por lo que la introducción de un nuevo gato puede alterar las interacciones sociales ya existentes entre el dueño y el gato residente.

Disciplina

Por todo ello, los profesionales veterinarios deben ser capaces de reconocer, clasificar y ofrecer asesoramiento a los dueños de los gatos en caso de tensión entre ellos, y determinar cuándo remitir al cliente a un veterinario conductista y especialista en comportamiento felino. En cualquier caso, la gestión de un determinado comportamiento u otro debe seguir el principio general de las de las "tres erres"; a saber: gestión del riesgo, restricción del problema y resolución del mismo.

La gestión de riesgos implica la evaluación inicial de los riesgos para la salud y el bienestar físico y emocional de los animales, y, en su caso, de la familia que convive con el animal. El riesgo, que varía tanto de la probabilidad de producirse como de la gravedad (el tipo) del daño, debe ser supervisado. De tal manera que puedan adoptarse medidas inmediatas y a largo plazo para minimizar el peligro lo más razonablemente posible. Por su parte, la restricción del problema supone aplicar medidas inmediatas que prevengan mayores complicaciones mientras se trabaja hacia la resolución. Es decir, aquí el objetivo es que las medidas de restricción sean sólo una solución temporal, evitando siempre acciones amenazadoras (ya sean verbales o físicas), ya que, en este caso concreto, la disciplina sólo puede agravar la situación.

Finalmente, la resolución del problema lleva implícito una serie de medidas encaminadas a la gestión a largo plazo del problema, de modo que se optimice la salud y el bienestar tanto de los gatos como de los dueños. Aquí es importante la gestión medioambiental, incluyendo el uso de feromonas sintéticas felinas para reintroducir con éxito a un nuevo miembro o la coexistencia sin tensiones significativas. Las técnicas de modificación del comportamiento, como la medicación psicoterapéutica o los medicamentos con o sin nutracéuticos, también pueden ser necesarias.

Una tensión social en las relaciones entre gatos que puede manifestarse en forma de comportamientos de repulsión (por ejemplo, silbidos o golpes), aunque lo más común es que los gatos muestren inhibición en cuanto a sus comportamientos normales, es decir, inapetencia, inactividad, sueño alterado, falta de eliminación, etc. Y si bien reacciones como gruñir, golpear, perseguir e incluso el conflicto físico directo son signos muy evidentes de tensión social, los signos más sutiles también deben reconocerse y tienen que ver con mirar fijamente, alejarse, esconderse y bloquear. Asimismo, comportamientos de desplazamiento, como el acicalamiento excesivo, también pueden ser manifestaciones de tensión social, al igual que los comportamientos de marcaje, ya sea rascar muebles o alfombras, marcar con orina y/o cambios en los hábitos de ir al baño.

Porque todos estos cambios de comportamiento, por muy sutiles que sean y muy difíciles de identificar, pueden tener un impacto en la salud emocional y el bienestar felino. De hecho, los gatos pueden sufrir angustia, sobre todo cuando el impacto de las emociones protectoras ya sea miedo, ansiedad, y/o dolor, exceden la capacidad de afrontamiento del gato, o enfermedades asociadas al estrés.

Los expertos señalan que las especies sociales, como los perros, los caballos y las personas, cuando surge un conflicto, tienen la habilidad de apaciguar y reconciliarse para resolver las diferencias. En cambio, los gatos tienen menos conductas de reconciliación y no parecen ofrecer, en general, gestos a otros gatos para resolver la tensión surgida entre ellos. De tal manera que los gatos pueden obsesionarse y desarrollar el llamado "punto muerto", sin que ninguno de los gatos tenga las habilidades necesarias para resolver el problema. Así, el principal medio que tienen los gatos para abordar los conflictos es la inhibición, evitarse entre ellos o los comportamientos de repulsión. Por ello, y debido a que los felinos tienen interacciones y relaciones tan complejas, muy difíciles de reparar una vez que se rompen, es tan importante identificar los signos de tensión lo antes posible. Eso sí, debe distinguirse cuándo se trata de conductas de juego o cuándo de conductas de pelea. Porque interpretar los comportamientos felinos con el objetivo de comprender las relaciones entre los gatos domésticos puede convertirse en un gran desafío, sobre todo si abordamos el tema de si los gatos están jugando bruscamente (comportamiento afiliativo) o se están peleando (comportamiento agonístico que requiere intervención). En este sentido, comportamientos como perseguir, luchar y morder pueden estar presentes en ambos escenarios, por lo que entra en escena el hecho de considerar las emociones y las motivaciones felinas al interpretar si los gatos están jugando o peleando.

¿Juegos o peleas?

Un estudio reciente identificó una categoría "intermedia" entre el juego social y el agonismo entre los gatos, considerando que esa nueva categoría está más estrechamente asociada con juego y menos con conductas agonísticas. Es decir, si los gatos luchan sin vocalizar, lo más probable es que estén jugando, mientras que, si se persiguen, sobre todo si esa persecución no es mutua, y además vocalizan con episodios recurrentes de inactividad y contacto directo menos prolongado, lo más probable es que no estén jugando. De hecho, si un gato está tratando al otro como si fuera un objeto de juego o algo con lo que practicar habilidades depredadoras, lo más probable es que estén peleándose.

A pesar del panorama tan negro que se describe, afortunadamente existen señales que describen claramente una buena relación entre gatos. Por ejemplo, los felinos que tienen un vínculo afectivo suelen dormir acurrucados o entrelazados. Asimismo, el acicalamiento, el frotamiento y el contacto de la nariz también son características de una relación afiliativa. Eso sí, el grado en que los gatos realizan estos comportamientos se correlaciona, por lo general, con la solidez de su relación. Por ello es importante enseñar a los cuidadores a buscar comportamientos afiliativos, ya que la ausencia de tales interacciones puede indicar tensión o poca tolerancia entre gatos.

Sobre todo, porque, en muchas ocasiones, los cuidadores describen a sus gatos como "buenos amigos", pero no tienen en cuenta que aspectos como que los gatos no se tocan la nariz, no se tocan mientras duermen, no se acicalan entre sí ni se acarician sugiere que la relación de los gatos no es tan buena como se cree.

Existen diversas técnicas que los cuidadores pueden utilizar para prevenir y reducir la tensión entre los felinos. Así, por ejemplo, cabe señalar que los gatos con un gran impulso de juego suelen molestar a los gatos mayores o más tímidos. En este sentido, dos o más sesiones de juego diarias iniciadas por el cuidador, con un tiempo de alrededor de cinco minutos, pueden ayudar a canalizar el exceso de energía lúdica hacia los juguetes. Así como colocarle al gato que muestra conductas agonísticas un collar seguro para gatos con una pequeña campana que emita un ruido bajo, lo cual proporcionará una señal de advertencia para los otros gatos.

De igual manera, una pequeña segregación diaria de aquellos gatos que muestran conductas agonísticas puede proporcionar períodos de descanso; para ello, el dueño debe asegurarse de que todos los gatos del hogar tengan siempre acceso a la caja de arena, comida y agua, así como una zona de descanso. También se debe evitar que los gatos se queden mirando fijamente, para lo cual puede resultar muy útil usar un mueble sólido como barrera visual entre los gatos.

En caso de que se observe esta conducta agonística entre dos gatos, es importante no intentar llevárselos ni separarlos. En lugar de eso, es posible apaciguar esa situación colocando un objeto (por ejemplo, una almohada, un cojín o un cartón), entre ellos para disminuir el contacto visual y distraerlos. Después, redirigir a cada uno de ellos independientemente a otra actividad o sepáralos de manera segura en lugares diferentes. Por último, se puede optar por proporciona sesiones de juego diarias con todo el grupo o bien con cada uno de ellos por separado, según corresponda, ya que es una buena oportunidad para entrenar a los gatos a relajarse en presencia del resto.

Sociabilidad

Pero ¿cuándo saber si esa tensión se debe a un problema médico, es un tema conductual o se trata de ambos? Los expertos señalan que todo gato que muestre cambios en su comportamiento debe ser evaluado por un veterinario para descartar problemas médicos. Sobre todo, porque un cambio en el comportamiento, como esconderse, no saltar o nuevos patrones y rutinas, puede ser el primer signo de un problema médico, pero también puede indicar tensión social. De ahí la importancia de recordar a los cuidadores que deben estar atentos y alertas a las interacciones rutinarias del día a día entre los gatos de su hogar, ya que esa vigilancia va a facilitar el reconocimiento de cambios sutiles (pero importantes) en las interacciones sociales de los animales. Por ejemplo, un cambio en los lugares donde duerme es algo que a menudo no se reconoce, de igual manera que pueden alterarse los comportamientos alimentarios; a saber: los gatos pueden seguir comiendo, pero pueden sucederse comportamientos extraños, como manotazos o miradas fijas, antes de las comidas. La tensión social también puede provocar que un gato tenga miedo de ir a la caja de arena, lo que da lugar a una eliminación no deseada fuera de la caja de arena o al marcaje con orina.

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